Pliego
Portadilla del Pliego nº 3.244
Nº 3.244

Pastoral del acompañamiento hoy: ¿moda o necesidad?

La Pastoral del acompañamiento es un tema muy presente en mi vida cotidiana, ya que paso muchas horas dedicada a él, por opción prioritaria y por creer en la ayuda que ello supone para las personas. Y no es una dedicación por capricho o por moda, como podría parecer cuando se usa este término, sino porque lo considero una misión esencial, ampliamente contemplada hoy en nuestro mundo y también en nuestra Iglesia.



Hoy se habla mucho de acompañamiento, parece una palabra o un asunto en boga, pero no es así. Es algo muy profundo y comprometido, es una relación interpersonal que supone un camino y un ritmo al caminar. Iremos desgranando diversos apartados. Comenzamos por el punto de partida. Nos vamos a referir al Acompañamiento Espiritual Ignaciano (AEI) y, por eso, es importante ofrecer algunas ideas de la espiritualidad que lo sustenta.

Me voy a referir particularmente a un modo de vivir la fe cristiana desde el prisma de Ignacio de Loyola. Es el de mi congregación –las Hijas de Jesús, popularmente jesuitinas– y por eso aplico ese estilo y modo de acompañamiento. Y por el mismo motivo explico un poco sus rasgos más característicos. Pero antes conviene decir qué es espiritualidad, palabra que se usa mucho también, pero que no tiene un significado unívoco.

Búsqueda de sentido

Yo optaré por incluir en este término aquella búsqueda de profundidad, del sentido de la vida, la pasión que me mueve porque algo o alguien me enamora y colorea todo de un determinado matiz. Por tanto, la espiritualidad se refiere a la vida misma, tiene que ver con ella y el modo en cómo la afrontamos y nos posicionamos ante ella.

Si hablamos de espiritualidad creyente, es que nuestra orientación se dirige a Jesús, a su Espíritu, a dejarnos conducir por él para tener una vida más coherente con el Evangelio. En la historia del cristianismo, hay muchos modos de seguir a Jesús y, por tanto, con su espiritualidad específica, que es el prisma para mirar la vida de Jesús, pero todos coinciden en él como centro de la fe: así, tenemos la espiritualidad franciscana, dominica, carmelita, ignaciana… rastros que nos dejaron sus fundadores: Francisco, Domingo, Teresa de Jesús, Ignacio de Loyola…

Es cierto que, durante este tiempo de pandemia, se ha intensificado este modo de vivir espiritualmente; no es fácil descubrir el sentido profundo de nuestra humanidad en medio del dolor y de la muerte que nos rodea por todas partes; no es fácil detenerse a pensar, estamos ocupados y preocupados, pero es cierto que la pandemia nos ha empujado a ello.

Vivir reconciliado

La espiritualidad ignaciana intenta ayudar a vivir la vida de una forma integrada. Integrar es marcar un horizonte claro en el proyecto personal de vida: un horizonte que da un plus de calidad y sentido a lo que se va haciendo, que ayuda a vivir reconciliado con uno mismo, con los demás y con la creación.

Es una espiritualidad de cara al mundo y dentro de él; ahí habla Dios y nos invita a responderle. Desde nuestra originalidad personal, implicándonos no solamente desde la razón, sino, sobre todo, desde nuestros afectos: “No el mucho saber harta y satisface el alma, sino el sentir y el gustar de las cosas internamente”.

Ayuda mucho para todo esto tener una persona que nos acompañe en el propio itinerario, que nos ayude a discernir para poder elegir mejor y asumir las consecuencias.

Finalmente, Ignacio nos invita a un conocimiento personal y a una relación afectiva-efectiva con Jesús y su programa de vida, que se dirige a la búsqueda de un mundo habitable y humano para todos y todas.

Espiritualidad ignaciana

La espiritualidad ignaciana puede resumirse en las siguientes características:

  1. Buscar y hallar la voluntad de Dios sobre mi vida. No lo más perfecto objetivamente, sino lo que Dios quiere de mí.
  2. Ensanchar el corazón hacia las dimensiones universales, pero aterrizando en lo concreto.
  3. Conocimiento de la realidad personal –buen manejo del mundo interior y afectivo–, examinándome periódicamente, para avanzar y agradecer en lo positivo y en lo negativo para mejorar.
  4. Disposición para el servicio según los valores del Evangelio.

Antes de seguir con el tema, me parece conveniente explicitar qué es el llamado acompañamiento espiritual, y lo haré desde la espiritualidad ignaciana que nos dejó como herencia espiritual Ignacio de Loyola, como carisma –don– para la Iglesia y el mundo.

En la tradición cristiana siempre han existido los llamados “padres espirituales” del desierto; luego, los directores espirituales, que indicaban lo que se hacía: se trataba de dirigir, porque en temas espirituales la persona necesitaba ser conducida

Debate terminológico

Es un hecho que la terminología empleada para señalar este ministerio en la Iglesia ha experimentado un amplio debate sobre el nombre que debe atribuírsele.  Ciertamente el término “director” nunca fue utilizado por Ignacio para describir su servicio ni el que recomienda a sus compañeros. El libro de los ‘Ejercicios’ se contenta con un simple y directo “el que da los ejercicios”. Con todo, y a pesar de que hoy se siga usando la expresión “dirección espiritual” en diversas espiritualidades y espacios eclesiales, no resulta neutral que quien busca esta ayuda se perciba a sí mismo como “el dirigido” y, más relevante aún, que quien le escucha se conciba como “el director”.

Sabemos que el lenguaje conforma la realidad y, por ello, no minusvaloramos las connotaciones de asimetría, infantilismo o clericalismo que subyacen en el término dirección. Por algo, hoy acompañamiento es la expresión que paulatinamente está primando en la literatura y en la praxis eclesial. De hecho, la recomendamos y preferimos por el sentido evangélico que conlleva la idea de “partir el pan en conjunto”, es decir, acompañar, caminar al lado de… (…)

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Índice del Pliego

BREVE INTRODUCCIÓN… PARA IR ENTRANDO

I. ESPIRITUALIDAD IGNACIANA

Características de la espiritualidad ignaciana

Acompañamiento y no ‘dirección’

II. QUÉ ES Y NO ES EL ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL IGNACIANO

Urgencias que nos plantea la vida moderna para esta necesidad

Acompañamiento espiritual cristiano, y no cualquiera

El ministerio del acompañamiento espiritual, carisma del Espíritu

III. DIVERSOS MODOS DE ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL

  • Individual
  • En parejas
  • En grupo
  • Dos acompañantes

Modalidades de acompañamiento espiritual

  • Presencial
  • Telefónica
  • Correo electrónico
  • Skype y otras aplicaciones de voz y vídeo

IV. LA PERSONA DEL ACOMPAÑANTE Y ACOMPAÑADO

Persona acompañada

CONCLUSIÓN INACABADA

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