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Domund 2017: ¡Adiós, misionero!… ¡Hola, misión!

Suelo decir que nosotros, los misioneros europeos en África, somos un poco como los gorilas de las hermosas montañas de Beni y Butembo, aquí en la República Democrática del Congo (RDC): una especie en vías de extinción. Cada vez quedamos menos y ya somos pocos y viejos.

Y, sin embargo, haciendo balance de mi ya larga vida, tengo que dar muchas gracias a Dios por ser misionero. ¡Bendito aquel día de octubre de 1964 en el que aterricé en Kinshasa, la capital de la RDC donde me encuentro!

Una persona conocida me dijo una vez que me veía “embrutecido por el misionerismo”. No lo niego. Por culpa de África, en España me encuentro fuera de juego. La primera vez que vi a un chófer abrir la puerta del garaje sin salir del coche, yo alucinaba. No entiendo nada ni de WhatsApp ni de redes sociales. Pero ¡qué importa!

Y lo del embrutecimiento, depende de cómo se mire. He visto mundo: he vivido 29 años en RDC, seis en Burundi, cinco en Chad, dos en Madagascar, dos en Ecuador y uno en Ruanda. Hablo cuatro lenguas y he estudiado otras siete sin llegar a aprenderlas. Como de todo y con mucho apetito: desde los grillos hasta las orugas, pasando por las lianas de la selva. Aun mirando las cosas de tejas abajo, esta África me ha enriquecido.

Pero es, sobre todo, a un nivel más íntimamente personal –al nivel del corazón–, como mi vida de misionero está siendo gratificante: este pueblo africano que llevo en las entrañas me ha ayudado mucho y me está ayudando en mi fe, en mi oración y en mi vida espiritual, en mi comprensión del Evangelio y sus extraños valores.

También, aunque sea un esperar desesperante, con su risa espontánea, sus bailes, sus fiestas y su certeza increíble de que todo irá mejor, este pueblo me enseña la esperanza cristiana.

Y, por encima de todo, este pueblo me va enseñando a amar, a amar al modo de Jesús, con un corazón abierto y disponible, compasivo y tierno, fiel, que sabe soportar, que incluye a los más pobres y comienza por ellos.



Todo eso lo he dicho a título de presentación personal. Pero en este texto no se trata de cantar las alabanzas del misionero de antaño, el de sotana blanca, casco colonial y barba. Estamos celebrando el Domund de 2017, ¡no el de 1917!

Por ello, primero, voy a intentar explicar que la misión no está pasada de moda, pero que el imperativo misional se plantea hoy en día de modo bien distinto. Después me pondré a soñar y trataré de imaginar lo que sería la acción de misioneros africanos en Europa y, recíprocamente, pensando en qué misioneros europeos podrían ir a África, describiré lo que podríamos llamar “nuevos escenarios” de la misión.

Índice del Pliego

  • 1. El envío a naciones extranjeras
  • 2. Misioneros africanos a Europa
  • 3. Misioneros europeos a África
  • 4. Conclusión
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