Los obispos de Estados Unidos han aprobado por abrumadora mayoría preparar un documento sobre la eucaristía, que será debatido en otoño y que esconde detrás una condena pública del presidente católico Joe Biden por la política abortista llevada a cabo por su partido en la era Obama.
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Además de evidenciar una fractura del Episcopado y una clara polarización política, al mismo tiempo, lanzan una bofetada a Roma, en tanto que ignoran el aviso dado desde la Congregación para la Doctrina de la Fe para que se aparcara este debate.
Resulta especialmente preocupante que los pastores se contagien de la división social que ha dejado tras de sí la Administración Trump y que, en el debate que ha tenido lugar en el seno de la Asamblea Plenaria, solo se haya hablado del acceso al sacramento atendiendo a la defensa de la vida desde su concepción, pero se hayan ignorado, al menos por el momento, otras cuestiones igualmente claves a la hora de comulgar para un político, como su programa en materia migratoria, laboral o ecológica. En cualquier caso, el obispo norteamericano que esté libre de pecado para acercarse al altar, que tire la primera piedra a Biden.
