Editorial

Sin excusas para acoger a migrantes y refugiados

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En paralelo a la lucha contra el coronavirus, el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral sigue adelante en su defensa de los migrantes y refugiados. La Santa Sede ha lanzado unas orientaciones pastorales en las que insta a las Iglesias locales a promover la acogida entre los desplazados internos.



No hay otra entidad en el planeta como la Iglesia que ejerza una labor de presión para garantizar los derechos de quienes se ven obligados a abandonar su casa por causa de la guerra, la persecución o el hambre. Sin embargo, esta denuncia de puertas para fuera ha de ser correspondida por un compromiso hacia dentro.

O lo que es lo mismo, la guía vaticana aterriza hasta tal punto el plan de acción intraeclesial que ninguna diócesis o parroquia puede mirar para otro lado, ninguna congregación puede no dejarse interpelar y ninguna universidad católica puede ignorar su corresponsabilidad. Comisiones de trabajo, grupos de investigación, iniciativas de promoción, acuerdos con otras instituciones…

Aun así, todo sabe a poco cuando se trata de acoger, proteger, promover e integrar a quienes lo han perdido todo en una huida del infierno hacia lo desconocido.

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