Editorial

Los migrantes rescatan a Europa

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La decisión del presidente Pedro Sánchez de acoger a los 630 migrantes que viajaban a bordo del buque Aquarius ha generado una oleada de solidaridad que ha recorrido España. La Iglesia valenciana, con el cardenal Antonio Cañizares al frente, se ha volcado ante esta emergencia humanitaria, convirtiéndose en la entidad que más recursos ha dispuesto.
Mientras, en menos de 48 horas varias pateras con un millar de migrantes eran rescatadas en Andalucía. Otros Aquarius ocultos con naúfragos que huyen de la pobreza y la guerra, un goteo constante que pasa desapercibido para la opinión pública europea.



Ante la crisis de Lesbos de hace tres años, Europa parecía replantearse su política migratoria. Sin embargo, aquel borrador de compromiso con una cuota mínima de acogida por país, se esfumó en cuanto las cámaras abandonaron la isla griega. Tan solo Alemania dio un paso al frente, con un alto coste en las urnas para Angela Merkel. El resto de los socios comunitarios miraron para otro lado mientras miles de vidas se ahogaban en el Mediterráneo. Una inacción que ha aumentado la presión de tal manera en las costas italianas que se ha traducido en un Gobierno populista que ha cerrado sus fronteras. 

Sin embargo, la Unión Europea parece no ser consciente de que se juega su presente y futuro en la cuestión migratoria. Es verdad que no hay fórmulas mágicas para resolver un asunto harto complejo y sí mucho de trabajo sacrificado e impopular.

Consciente de ello, el papa Francisco ha fijado cuatro verbos transversales –acoger, proteger, promover e integrar– que vertebran los 20 puntos de acción que deberían incluirse en los Pactos Globales sobre Migrantes y Refugiados que prepara la ONU, y que la Unión Europea debería enarbolar. Entre estas medidas, el fin de las expulsiones arbitrarias, el cierre de espacios como los CIE, la concesión de visas humanitarias, garantizar la atención jurídica, social y sanitaria, perseguir la explotación y la trata, proteger a los menores, abrir corredores humanitarios… Sin caer en demagogia, equilibrando los derechos inalienables de las personas con la seguridad nacional y comunitaria.

Estas propuestas no se sostienen si no cuentan con una dotación presupuestaria y sensibilización para que la ciudadanía, lejos de ver las migraciones como un problema, la contemple como oportunidad de crecimiento. Porque Europa no le está haciendo un favor a los migrantes, sino más bien a la inversa. Son los migrantes los que están enriqueciendo a Europa con su trabajo, con su riqueza cultural, con su juventud. Son los gritos del buque Aquarius los que están intentado salvar a la Unión Europea del naufragio de su comodidad, y no a la inversa.

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