La Subcomisión para la Familia y la Defensa de la Vida ha presentado un documento sobre cómo “acoger, proteger y acompañar en la etapa final de la vida”. A través del formato pregunta-respuesta, se aborda como una guía divulgativa y propositiva ante la vejez, la enfermedad y la discapacidad, sin caer en un discurso reactivo ni altisonante. Unas pautas necesarias cuando el Gobierno tiene en su agenda la ley del suicidio asistido.
Eso sí, quizá cabría preguntarse si era el momento más oportuno para hacerlo público en una semana en la que se han hecho públicos datos alarmantes del paro y con la Cumbre del Clima de fondo. No sería extraño que el español de a pie valorase que la Iglesia elabora un discurso ajeno a su realidad, en tanto que la Asamblea Plenaria no ha aprobado texto alguno ni sobre la precariedad laboral ni sobre la urgencia de aplicar la ecología integral tras ‘Laudato si’’ y el Sínodo Panamazónico.
En la medida en que los obispos configuren un discurso sólido y cómplice con la ciudadanía en estos asuntos también vinculados a la dignidad humana, recuperarán autoridad para ser incisivos y creíbles sobre la eutanasia. No es cuestión de oportunismo, sino de oportunidad.
