El nuevo informe del proyecto Repara de la Archidiócesis de Madrid, para el acompañamiento integral a la víctimas de abusos, ha puesto de manifiesto que, ahora que parecen haberse tomado medidas tanto de reparación como de prevención en lo que a la pederastia se refiere, asoma otra lacra sobre la que aún no se tiene la misma conciencia y de la que pocos se atreven a valorar su magnitud: según el informe anual de la institución, que se ha dado a conocer en estos días, se han contabilizado un 71,42% más de abusos de autoridad.
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Si a lo largo de estos años el negacionismo respecto a los abusos sexuales a menores ha seguido latente, todavía resulta más complicado hacer caer en la cuenta, incluso entre las propias víctimas, que un adulto puede convertirse en un auténtico esclavo de otro, que –lejos de ser la persona que le acompañe espiritualmente o que lidere la comunidad a la que pertenece, sea consagrada, sacerdotal o laica– se convierte en un tirano que no precisa de más látigo que su palabra y sus retorcidas decisiones. Se configuran así dinámicas tan viciadas de control y dependencia, que provocan abusos espirituales y de conciencia tan letales como una agresión física.
