Editorial

Ganarse el pan con dignidad como Jesús obrero

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Una de las realidades que el jesuita Jorge Mario Bergoglio acompañó y alentó en su ministerio episcopal fue el mundo laboral. Especialmente, a quienes se ven obligados a ganarse el pan desde la más absoluta precariedad, por carecer, no solo de un salario digno, sino de unas condiciones mínimas de legalidad, perpetuando la exclusión bajo la apariencia de un empleo, una nueva fórmula de esclavitud.



Aquel contacto cotidiano como pastor le llevó a abanderar la defensa de los derechos laborales, desde la conciencia de que el trabajo forma parte inherente de la dignidad humana, don de Dios a custodiar frente a los subsidios que, en no pocas ocasiones, camuflan una perniciosa dependencia.

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Este compromiso no solo lo ha mantenido al frente de la sede de Pedro, sino que lo ha impulsado a través de los encuentros con los Movimientos Populares, consciente de que la comunidad creyente está llamada a vincularse a las plataformas sindicales para ser voz de denuncia ante las atrocidades del neoliberalismo global descarnado, para el que el trabajador es menos que un número. Si la Iglesia se aleja de estas preocupaciones, se desmarca de ese Jesús que en Nazaret también fue obrero.

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