Editorial

Desgaste eclesial por la crisis de los abusos

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El testimonio del escritor Alejandro Palomas sobre los abusos que sufrió por un hermano de La Salle ha precipitado aún más la presión sobre la pederastia eclesial: una reunión de las víctimas con el presidente del Gobierno, la creación de una comisión parlamentaria, la apertura de una investigación por la Fiscalía General del Estado. Todo, con el visto bueno de Moncloa, solo unos días después de la reunión de Pedro Sánchez con el cardenal Juan José Omella.



Es cierto que los obispos no han estado a la altura a la hora de gestionar la crisis de los abusos, tal y como cabría esperar, por una actitud más reactiva que proactiva en lo que a transparencia, acompañamiento a las víctimas y narrativa mediática se refiere.

Moncloa no juega limpio

Pero de ahí a promover una causa general contra la Iglesia, por considerarla un nido de pederastas y el único foco de abusos en la sociedad tal y como se deja caer desde el Congreso, hay un largo trecho que deja al descubierto que Moncloa no ha jugado ni juega limpio. Se llega tarde, el desgaste ante la opinión pública es un hecho, pero aún hay tiempo para reconducir esta crisis institucional. No es cuestión de reputación, sino de fidelidad al Evangelio.