Varios versos sueltos caracterizan este número, signo de la presencia de mujeres en el pensamiento, la acción y la fe. Serena Noceti, eclesióloga y una de las voces más autorizadas de la teología contemporánea, relee sesenta años después el Mensaje que Pablo VI dirigió a las mujeres el 8 de diciembre de 1965 al clausurar el Concilio Vaticano II. Un texto que reconocía su presencia en el mundo y en la Iglesia, pero que aún las representaba a través de las limitaciones de una visión arraigada en los estereotipos tradicionales de género. Sin embargo, esta misma distancia histórica nos permite medir el progreso alcanzado hoy: en la Iglesia, la voz femenina se ha vuelto más autónoma, plural y consciente, y en el Vaticano, las mujeres desempeñan roles que parecían impensables como los de prefecta, gobernadora, secretaria del Dicasterio o presidenta de Comisión.
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Una voz que viene de lejos es la de sor Arcángela Tarabotti, una monja veneciana del siglo XVII que, en un contexto difícil, denunció con lucidez la imposición del convento a jóvenes sin vocación religiosa, obligadas por sus familias a ingresar en clausura. Su “Inferno Monacale”, ahora reeditado, no es solo un documento histórico, sino también un texto político ante litteram, que denuncia la violencia de un sistema capaz de transformar la clausura en reclusión. Sin embargo, en los conventos, las mujeres de fe también demostraron cómo la santidad puede manifestarse en acción, solidaridad y decisiones arriesgadas. Por ello, ochenta años después del final de la Segunda Guerra Mundial, publicamos las cartas de agradecimiento que generales como el francés Henri-Honoré Giraud y los italianos Raffaele Cadorna y Emanuele Pugliese escribieron a las religiosas que actuaron con discreción y determinación en uno de los momentos más dramáticos de la historia, ayudando a la Resistencia.
También hoy, en contextos difíciles, la presencia de una mujer puede convertirse en un signo de esperanza. Es el caso de sor Livia Ciaramella, quien, desde hace 19 años, pasa sus días en la cárcel de Pescara. No va allí para convertir ni para juzgar, sino para habitar un espacio de fragilidad y restaurar su significado humano. Dos versos sueltos son también dos escritoras que reflexionan sobre la maternidad invitándonos a repensar la capacidad de generar vida de diferentes maneras. En una época en la que la maternidad se evoca ideológicamente, Elena Stancanelli y Carola Susani, con su libro “Mamma o non mamma”, devuelven la dignidad a cada elección: ser madre, no serlo o serlo de una manera no convencional. Porque la capacidad de procrear no se limita al cuerpo, sino que también implica pensamiento, cuidado e imaginación.