Carisma
portada Carisma Fundaciones de Escuelas Católicas 3040 junio 2017

Fundaciones de Escuelas Católicas: propuestas de presente y futuro

La escuela católica vive un momento interesante. Pasan los años y a pesar de los vaivenes legislativos, de los muchos obstáculos y retos a los que ha ido haciendo frente, la escuela católica goza de buena salud y de unos resultados conocidos por todos, y abandera en este momento un modelo de cambio, de innovación y de transformación educativa que está a la vanguardia de los proyectos educativos evangelizadores e innovadores. La escuela católica vive un momento apasionante.

Todo ello es posible por el trabajo comprometido de miles de educadores, la apuesta de las entidades titulares, la propuesta formativa continua y continuada, la asunción de la misión compartida por parte de todos y la mejora en la gestión. Pero, además de todo ello, el presente que vivimos es posible porque la escuela católica tiene raíces. Raíces que han ido ahondando y creciendo en profundidad a lo largo de muchos años y que posibilitan en este momento el vigor de las instituciones y de sus centros educativos.

A partir de las raíces de los orígenes se han ido afianzando otras, las de las Fundaciones de Escuelas Católicas, que llevan alimentando a muchos centros desde inicios de los años 90. En aquellos tiempos, en muchos aspectos muy parecidos a los nuestros, en los que se luchaba incansablemente por las condiciones de los Conciertos y la identidad propia de la escuela católica, se llegó a plantear el cierre de colegios católicos por falta de personal religioso. Aquello exigía una solución.

Es ese momento, el padre Santiago Martín Jiménez, secretario general de FERE entre los años 1977 y 1993, tuvo la visión y la astucia del buen profeta y se propuso la misión de presentar una solución que velara por el futuro de los centros educativos católicos cuyos titulares no pudieran ya ejercer dicha responsabilidad por diferentes motivos, casi siempre por falta de medios humanos.

Al padre Santiago Martín, primer sembrador de las Fundaciones de Escuelas Católicas y cultivador de esas raíces que ahora constituyen nuestro fundamento y son motivo de nuestra fortaleza, siempre le estaremos agradecidos “por su grandeza de miras, su visión de futuro, lúcida y arriesgada, su incansable responsabilidad y constancia en el trabajo, su fidelidad a las personas, su respeto y atención a las opiniones diferentes de la suya y su infatigable tesón por promover la Educación Católica con gran creatividad”.

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