José Beltrán, director de Vida Nueva
Director de Vida Nueva

¿Y tú de quién eres?


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MIÉRCOLES

Desayuno en la Editorial San Pablo. Me llevo bajo el brazo ‘Imperfectas’. De Violeta Monreal. Ya tiene recorrido. En librerías y colegios. Pero que nadie vea solo un material para escolares sobre la igualdad con unas ilustraciones de primera. Libro para abrir los ojos a todos. A través de cincuenta mujeres de primera que han transformado el mundo. Y por qué no. Una obra que lo mismo enaltece a Teresa de Jesús que pespuntea a Cocó Chanel solo puede venir de manos de alguien que sabe más de los diálogos razón y fe que quienes teorizan sobre los atrios de los gentiles.



JUEVES

La Ejecutiva da un paso inédito. No solo por el hecho en sí, sino por lo que significa. Información reservada. Silencio que algunos interpretan como incapacidad de tomar una decisión colegiada en firme o con el inmovilismo de siempre. Nadie suelta prenda. Solo piden esperar. Tan solo unos días.

VIERNES

Cuando siento que en casa andamos algo divididos porque unos tiramos más para Pedro y otros más para Juan, me tranquiliza saber que son solo matices entre otros que se tiran toda la artillería pesada, porque son más de Pablo o de Isabel.

DOMINGO

Alguien maledicente me comenta que hay párroco del centro de Madrid que está preocupado por la alta incidencia de Ómicron que ha vaciado su misa de 12. Manifestación en Génova.

LUNES

Un alumno del máster de COPE se pregunta el por qué los medios no son capaces de recoger todo lo bueno que hace la Iglesia en su día a día. Yo me pregunto por qué no somos capaces de contarlo para que a los medios les atraiga.

MARTES

Acaba la comparecencia que anuncia la auditoría eclesial. Pero hoy no toca. La portada es para Teo.

MIÉRCOLES

Si con todo lo avanzado en estos días en comunicación externa, ya se lograra hacerle un cariño a los delegados diocesanos de medios cuando se avecina una marabunta, habrá llegado la sinodalidad para quedarse. Y ellos respirarán tranquilos alguna que otra vez. Terapia colectiva en Málaga en su encuentro anual. Bienaventurados los que se saben el eslabón perdido de la cadena, los que tienen que dar la cara sin paracaídas ni red…

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