Flor María Ramírez
Licenciada en Relaciones Internacionales por el Colegio de México

¿Y qué hacemos con la Cartilla Moral?


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La propuesta que, desde hace varios meses, ha impulsado el nuevo gobierno para lograr el renacimiento de México busca hacer realidad el progreso con justicia y promover una manera de vivir sustentada en el amor a la familia, al prójimo, a la naturaleza, a la patria y a la humanidad. Así se menciona en la reimpresión del escrito de Alfonso Reyes, la Cartilla Moral. Los debates en torno a la pertinencia de una nueva reimpresión no buscan restar crédito al legado de Reyes, interpelan más bien la suficiencia de esta acción sin tomar medidas transformadoras que generen cohesión social, bien sea desde el ámbito de la educación, del estado de derecho o del cumplimiento de las obligaciones del Estado Mexicano en materia de derechos humanos.

La Cartilla Moral fue originalmente publicada para acompañar una de las campañas de alfabetización que el entonces secretario de Educación, Jaime Torres Bodet, llevó a cabo en 1943 para atender la necesidad de enseñar a leer a un importante número de mexicanos. El propósito de la Cartilla terminó siendo no solamente la de alfabetizar, sino también de poder incluir unas lecciones de moral que tan fundamentales se consideraban para la época. Precisamente, coincidió con la institucionalización de la enseñanza del civismo en el currículo de la educación primaria y secundaria, para luego ser suprimida en 1972 y vuelta al currículo mexicano de educación básica de 1992. Fue hasta finales de los años 90’s que en la Secretaría de Educación Pública se crearon los primeros materiales de Educación Cívica y Ética. Existen los antagonismos acerca de cómo y quiénes deben enseñar sobre los valores, si su enseñanza debería escolarizarse o no. En el fondo de este debate está el hecho que la moral se asoció profundamente a la religión, se habló por mucho tiempo de la moral y la ética como algo suscrito al ámbito privado.

La Cartilla Moral, fruto de un contexto específico y un momento histórico

A partir de los años 90’s los diversos sistemas educativos evolucionaron hacia la enseñanza de la educación cívica y ética enfocada a la vida pública. Esta dualidad entre lo individual y colectivo está también atravesada por el enfoque de competencias en la educación que hace énfasis en contextualizar y operar las habilidades, los conocimientos y las destrezas. Desde esta perspectiva, los valores se traslapan y mezclan con los nuevos aprendizajes, muchos dirían que ya no es necesario enseñar estos valores de forma independiente.

Es sumamente necesario entender que la Cartilla Moral es fruto de un contexto específico y un momento histórico, el Ateneo de la Juventud, al que pertenecía Reyes en los años revolucionarios “legó una vasta Herencia al país a través del acervo teórico cultural que conformaron sus miembros. En su seno se integró una generación de intelectuales que en, gran medida, determinarían una corriente valiosa para la definición de los programas revolucionarios de la política educativa”. [1] Esta generación es también conocida por haber promovido una “Revolución Moral”, una generación que expresó su claridad, unidad de propósitos e inconformidad ante la cultura porfiriana; representan la aparición del rigor en un país de improvisados. Fue considerado el primer centro libre de cultura para dar forma social a una nueva era de pensamiento”. [2] Así en distintos periodos y momentos, hay quienes han reclamado la enseñanza y recuperación de ese algo intangible que llamamos “ valores”, “moral”.  Hasta hoy, se siguen haciendo múltiples intentos, por la vía de la educación formal y no formal, los cuales son sumamente valiosos.

Para quienes se preguntan ¿Qué hacer con la Cartilla Moral?, una respuesta abierta al diálogo diría que Alfonso Reyes y sus compañeros de generación hicieron lo suyo. Ahora hagamos lo que corresponde. Si la obra es inspiradora que sea bienvenida la inspiración; si la obra permite una reflexión colectiva, vamos a reflexionar. Lo que debemos evitar es la trampa de que la Cartilla Moral sustituya las respuestas obligadas a las preocupaciones de la ciudadanía con respecto a la situación actual de México. Así, quienes ya encontraron la forma de trabajar desde la educación estos temas deben continuar la tarea sin exclusividad. En específico, las instituciones de enseñanza privada católicas están llamadas a continuar “ofreciendo horizontes abiertos a la trascendencia y la educación debe estar al servicio de un humanismo integral; la educación es generadora de esperanza”, como lo ha mencionado el papa Francisco en 2017.

[1] Martha Robles, Educación y sociedad en la historia de México, Siglo XXI, p. 95

[2] Carlos Monsiváis,  Historia General de México, El Colegio de México, P. 974-975