Virus respiratorios


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Ya están aquí, como cada año, los dichosos virus respiratorios, que son capaces de tumbar en la cama al más pintado. En la población general y a nivel individual, no suelen ser graves: unos días malos en que se tiene un estropajo en la garganta, tos más o menos intensa y un malestar que impide hacer casi cualquier cosa salvo estar acostado. El Paracetamol y medicamentos similares ayudan bastante, y la evolución natural es a la curación sin secuelas.



Sin embargo, puede no ser así en pacientes de edad avanzada, o personas con enfermedades crónicas, que en la sociedad española son millones. Requieren hospitalización y pueden descompensar sus enfermedades de base, como diabetes, insuficiencia cardiaca o renal, o acontecer infecciones bacterianas sobre los tejidos dañados por los virus, en forma de neumonías. No es infrecuente que un anciano fallezca de una gripe al añadirse estos factores; ocurre todos los años, la persona no sobrevive a un nuevo invierno.

Efecto social

Además, lo que a nivel individual puede no ser demasiado grave, sí que puede serlo a nivel social. El absentismo laboral aumenta, las plantillas se ven debilitadas y hay que compensar las ausencias. Todo esto tensiona sobremanera el mundo del trabajo. Tenemos el ejemplo de la Covid-19 demasiado reciente para olvidar lo que un virus respiratorio puede hacerle a una sociedad.

Médico general

De hecho, ese es el beneficio real de las vacunas, mucho mayor que a nivel individual, donde la efectividad es escasa. Una vacunación masiva puede ajustar los números de enfermos a volúmenes que los hospitales puedan asimilar, tanto en enfermos que ingresan como en trabajadores sanitarios que deben coger la baja laboral.

Debilidad real

Esta época de infecciones virales respiratorias me habla de nuestra debilidad real en el mundo que habitamos. Los virus han inestabilizado ejércitos enteros a lo largo de la historia, han diezmado sociedades, han debilitado e inutilizado a las mentes más privilegiadas y a las personas más fuertes y capaces. Y no hemos podido encontrar fármacos eficaces; lo logramos frente a las bacterias, pero no contra estas formas vivas de una terrible simplicidad en su estructura y una enorme eficacia destructiva y replicativa. Da que pensar.

Recen por los enfermos, por quienes les cuidamos y por este país.