Tras los pasos de Francisco


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El Papa Francisco sorprende con la sencillez que trasmite su mensaje y sus reflexiones calan en la consciencia de quienes le escuchan.



Difícilmente se puede permanecer ajeno a su enseñanza, con palabras directas y transparencia nos enfrenta lo mismo a temas políticos que económicos, a los retos de la globalización o a situaciones como la postpandemia y la inequidad con la que se abordó esta crisis sanitaria, sin dejar a un lado su mensaje apostólico.

Francisco es ese sacerdote Jesuita que predica con el ejemplo, que no puede obviar su compromiso con los más necesitados y que desde siempre ha ejercido un liderazgo, caracterizándose siempre por su espiritualidad y carácter, pero especialmente por su humildad y su adhesión a la opción preferencial por los pobres que abarca marginados y sufrientes de distinta extracción, así como su compromiso de dialogo con personas de distintos orígenes, credos e ideologías.

El mensaje y ejemplo del Papa Francisco

Jorge Bergoglio como latinoamericano, conoció las distintas formas de injusticia y opresión que denunciara la Teoría de la Liberación e hizo de su vocación un apostolado en favor de los pobres. Por 10 años, desde la silla pontificia, ha señalado con dureza las causas de la pobreza y la marginalidad, ha realizado transformaciones para que la Iglesia cumpla su misión y ha hecho un llamado a los miembros de la Iglesia para que practiquen el cristianismo con apego a las enseñanzas de Jesús.

¿Somos “cristianos funcionarios” que “hacemos lo que debemos hacer y con ello sentimos que estamos en regla, vamos a misa, nos confesamos una vez al año, damos una limosna y nos sentimos satisfechos?” esa es la pregunta que nos hace Francisco I invitándonos a la reflexión y al análisis de si, como cristianos, nos quedamos en las formas y nos olvidamos de detenemos ante la pobreza, la necesidad y sin mostrar compasión alguna por nuestro prójimo seguimos de frente olvidándonos de la caridad, esa de la que hablan los evangelios, esa que el Papa quiere recordarnos.


Por Rafael A. Calderón. Expresidente de Costa Rica