¿Realmente se ven elfos si se mira bien?


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Sin duda, uno de los anuncios de la Navidad de 2019 ha sido el de El Corte Inglés. ‘La ilusión lo cambia todo’ es el título del anuncio en cuestión, que está relacionado con el de 2018. Una niña que camina con su padre va viendo diversas situaciones –un hombre mayor que pasea a dos perros, un músico, una muchacha en bicicleta– y descubriendo debajo o detrás de esas realidades otras distintas: el mismo Santa Claus, elfos ayudantes… De hecho, en un tuit de la empresa que se anuncia leemos: “Creo que si miras bien, ¡hay elfos!”. Es decir, la clave está en la mirada que dirigimos a la realidad.



Con todo respeto y admiración para los creativos de la agencia de publicidad responsable del anuncio (Sra. Rushmore), eso de la mirada ya lo dijo Jesús hace mucho tiempo. De hecho, esto es lo que afirma en el famoso Sermón de la montaña: “Habéis oído que se dijo: ‘No cometerás adulterio’. Pero yo os digo: todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón” (Mt 5,27-28). El adulterio está, pues, ya en la mirada.

Evidentemente, Jesús no está haciendo un dictamen jurídico o penal, ni siquiera moral –estrictamente hablando–, sobre el adulterio. Lo que Jesús está proponiendo es una imagen exagerada, pero muy pedagógica y eficaz, para indicar precisamente que, en este caso, el problema del adulterio está en los ojos del que mira, en la intención, sin esperar siquiera llegar a los actos.

Anuncio elfo El Corte Inglés

Esto concuerda con lo que dice Jesús en otro momento, a propósito de la pureza y la impureza: “Lo que sale de dentro del hombre –no lo que entra en él–, eso sí hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los pensamientos perversos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, malicias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro” (Mc 7,20-23).

Es cierto que la mirada –o el corazón– es lo que descubre la realidad de las cosas. Dicho de otro modo, muchas veces las cosas no son lo que parecen, sino que hay que saber mirarlas.