¿Puede haber justicia sin paz o paz sin justicia?


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El día 1 de junio, cuando ya habían empezado a arreciar las manifestaciones de protesta por la muerte de George Floyd –el hombre negro que murió asfixiado cuando fue arrestado por la policía–, su hermano Terrence llamó a la calma y pidió que esas protestas se hicieran sin violencia. Las crónicas cuentan que también invitó a los presentes en el acto a repetir: “Paz a la izquierda, justicia a la derecha”.



A alguien le podría resultar extraño ese lema: ¿estaría recomendando a las diferentes tendencias políticas lo que más les conviene? Sin embargo, si se tiene en cuenta que el mismo Terrence Floyd afirmó que su familia era una familia religiosa de Texas, quizá el enigma se resuelva. En efecto, en esa familia religiosa, sin duda habrían rezado en alguna ocasión el Salmo 85 (84), donde la justicia y la paz entran en escena: “La salvación está ya cerca de sus fieles, y la gloria habitará en nuestra tierra; la misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan” (vv. 10-11).

Justicia y paz

El salmo parece una composición hecha en la época de la vuelta del exilio (en el siglo VI a. C.), cuando Israel tuvo que afrontar una situación enormemente difícil. Lo que el salmista manifiesta es el deseo de la realización del anhelo profundo que anidaba en el corazón de aquellas gentes: una sociedad lograda, “salvada”, porque Dios ya se ocupa de ellos. En esa situación, una serie de cuatro parejas de “virtudes” (en el fondo, dones o atributos divinos) desfilan por la segunda parte del salmo: la salvación y la gloria, la misericordia y la fidelidad, la justicia y la paz, la fidelidad y la justicia, para hacer de la tierra un lugar verdaderamente habitable.

Varios manifestantes en Washington contra el asesinato de George Floyd. EFE

Varios manifestantes en Washington contra el asesinato de George Floyd. EFE

Aunque en nuestro mundo la justicia y la paz se han “secularizado” en gran parte, siguen constituyendo pilares irrenunciables para su construcción. Para la Biblia, tanto la justicia como la paz tienen un sentido mucho más profundo que el que brinda su apariencia. Así, la justicia es tanto como la salvación, porque excede con creces las meras relaciones “adecuadas” (justas) entre las personas. Por su parte, la paz no es solo ausencia de guerra o de conflicto, sino que apunta a la plenitud de la vida.

No puede extrañar que el hermano de George Floyd pidiera un mundo así.