Fernando Vidal
Director de la Cátedra Amoris Laetitia

“Prohibido alimentar a los pobres”


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Hay una forma inequívoca de detectar el advenimiento de la tiranía: comienza siempre oprimiendo más a los más pobres o expulsándoles. Es el caso del Ayuntamiento de Madrid, que ha regresado al asistencialismo más obsoleto, el alberguismo masivo y recientemente ha prohibido que los madrileños den bocadillos y café a las personas sin hogar. Los precedentes de tal prohibición es la Hungría de Orbán o la Florida trumpista.



Madrid es una ciudad solidaria, que durante décadas ha sostenido la tradición de hacer rutas para compartir un café y un bocadillo con las personas sin hogar. Parroquias, universitarios y ONG conocen por su nombre a quien está en la calle. Es motivo para entrar en contacto, hablar, conocer las necesidades, moverse para ayudar a salir de la calle.

Pobreza_Madrid Scaled

Estas entidades son las más críticas con las estrategias inadecuadas y a menudo represivas de los ayuntamientos. Sin embargo, el estatalismo municipal tiene la tentación de buscar el control absoluto de la atención al sinhogarismo con un modelo obsoleto y regresivo, y expulsa a quien le estorba o es crítico.

Carencia de hogar

Madrid ha prohibido dar café y bocatas aplicando la ley de no alimentar a las palomas y poniendo como excusa motivos de salud pública. Pero el verdadero problema de salud pública es el frío y la violencias que se sufren en la calle, su carencia de hogar, su discriminación en los centros de salud o empleo. Es la calle lo que mata, no los cafés.

Lo que se quiere impedir es la solidaridad de calle con las personas sin hogar y que los ciudadanos defendamos su causa. La tiranía siempre comienza por castigar a los más pobres, aunque los ciudadanos podemos castigar a los políticos en las urnas y buscar alternativas más humanitarias y menos cínicas.

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