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José Francisco Gómez Hinojosa, vicario general de la Arquidiócesis de Monterrey (México)
Ex vicario general de la Arquidiócesis de Monterrey (México)

Preparados, no angustiados


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Un sabio amigo tiene un refrán que utiliza con frecuencia, y que yo también asumo de manera cotidiana: lo bueno, comienza antes.



Y puede aplicarse a múltiples eventos: los momentos quizá más bellos de unas vacaciones son los preparativos, la planeación, el imaginarnos en los lugares que visitaremos, paladear ya desde ahora los platillos y bebidas que degustaremos, empacar con una sonrisa en los labios, terminar a tiempo con los pendientes laborales.

Las novias que se van a casar son un claro ejemplo de esta disfrute previo. Las despedidas; la confección de las invitaciones y elaborar la lista de los invitados; definir el vestido, las flores y el coro para la misa, el conjunto musical que amenizará la fiesta; y un larguísimo etcétera, acompañan los días de la próxima esposa, siempre envuelta en medio de suspiros románticos y de sueños a punto de convertirse en realidad.

Nacimiento

Nacimiento. Imagen: José Francisco Gómez Hinojosa

Pero hay eventos en los que su preparación puede volverse más bien una carga, y no motivos de felicidad. El Adviento puede ser uno de ellos, y así lo ha alertado el papa León XIV.

En su habitual audiencia del pasado miércoles, Prevost Martínez, nos advirtió: “Al acercarse la Navidad, tengamos cuidado de no dejarnos llevar por la actividad frenética de los preparativos, que terminaría siendo superficial y dando lugar a la decepción”.

Y ese riesgo está cada vez más presente, conforme faltan menos días para el acontecimiento que cambió la historia de la humanidad. “Prepararse” para la Navidad, en muchos casos, significa todo, menos lo que Juan el Bautista predicaba: preparen el camino del Señor. Nos preocupamos, más bien, por tener listo lo necesario para la cena o comida navideña; colocar en buen sitio los adornos acorde a la celebración; comprar y envolver los regalos que, con gran cariño pero también con odioso compromiso, necesitamos obsequiar.

Y si este tiempo de preparación debe distinguirse por la paz y el sosiego, adecuados para la reflexión y el diálogo con Dios, las abundantes fiestas -pomposamente llamadas ‘posadas’- nos colocan en una suerte de aturdimiento que nos fatiga el cuerpo, en vez de disponer nuestro espíritu para esperar con todo nuestro ser al Niño Dios.

Ojalá y estos días, todavía de preparación, sean eso, y no vetas de dolorosa angustia -queremos que todo salga perfecto- por donde transcurrimos casi por inercia. Que encontremos algún espacio para la serenidad y la tranquilidad, para la reflexión y la oración. Que lo bueno comience antes.

Pro-vocación

Y pues el próximo miércoles es Noche Buena, y el jueves Navidad. Te deseo una velada tranquila, rodeada de las personas que amas, y promoviendo la paz, la justicia, la verdad y el amor que el recién nacido viene a traernos. ¡Feliz Navidad!

Felicitación - padre Paco