Flor María Ramírez
Licenciada en Relaciones Internacionales por el Colegio de México

Pacto para una educación tras la crisis


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Sin imaginar lo que viviríamos hoy, el papa Francisco lanzó hace un año el Pacto Global por la Educación en 2019, marcado por el llamado a la valentía con tres intenciones claras:  a) tener la valentía de colocar a la persona en el centro; b) tener la valentía de invertir las mejores energías con creatividad y responsabilidad; c) valentía de formar personas disponibles que se pongan al servicio de la comunidad. Era el momento pre- Covid-19, en el que ya se anticipaban muchas fragilidades y desconexiones.



El Banco Mundial, desde mayo pasado también vaticinaba un doble impacto del cierre de las escuelas y de la recesión mundial que podría tener costos a largo plazo para la educación y el desarrollo si los gobiernos no reaccionan con rapidez para contrarrestarlos.

El cierre de escuelas no solo provocaría una pérdida de aprendizajes, sino un aumento en la cantidad de deserciones escolares y una mayor inequidad. A su vez la crisis económica, que afecta a los hogares, agravará el daño, pues vendrá acompañada de menor oferta y demanda educativa.

La contradicción entre los tiempos de la educación y los tiempos tecnológicos

Estos dos impactos, en conjunto, tendrán un costo a largo plazo sobre la acumulación de capital humano, las perspectivas de desarrollo y el bienestar. [1] En la mayoría de países, las brechas en el acceso a la educación han venido a agravarse con situaciones críticas que son interseccionales y generan impactos colaterales en ámbitos que podrían parecer ajenos como la cohesión social o la violencia intra familiar, pero que en realidad son parte de un mismo entramado que perpetúa las vulnerabilidades para ciertos sectores de la población.

El llamado del Papa se actualizó también el 14 de mayo de 2020 ante la necesidad de reconstruir el pacto educativo global, es la idea que “todo cambio, como el de época que estamos viviendo, pide un camino educativo, la constitución de una aldea de la educación que cree una red de relaciones humanas y abiertas”.

La situación actual constata en muchos sentidos la fragilidad al encontrarnos con la ruptura de la solidaridad intergeneracional; la contradicción entre los tiempos de la educación y los tiempos tecnológicos; crisis ecológica que es también una crisis relacional.

“El llamado es a tener el coraje de hacer un verdadero cambio radical de dirección: la inversión -dada la situación presentada- es urgente, porque sólo a través de la educación podemos esperar de manera realista un cambio positivo en la planificación a largo plazo”. [2]

La visión del Pacto Mundial, una voz fuerte de nuestra Iglesia

En el encuentro que finalmente tuvo lugar el pasado 15 de octubre el Papa apuesta por el poder transformador de la educación, recordándonos que ésta es  siempre un acto de esperanza. Entre los 7 puntos contenidos en el Pacto reitera la necesidad de que la educación sea una herramienta para encontrar otras formas de entender la economía, la política, el crecimiento y el progreso, para que estén verdaderamente al servicio del hombre y de toda la familia humana en la perspectiva de una ecología integral.

La visión del Pacto Mundial es un sin duda una voz fuerte de nuestra Iglesia en un momento en el que todos los sistemas educativos del mundo están en modo de respuesta a emergencia, pero en el que también tenemos que replantearnos la simbiosis que la escuela, la familia y la comunidad creamos en torno a “educar”.

La pandemia es una oportunidad impostergable de hacer emerger un futuro resiliente para las generaciones que hoy están viviendo una limitada oportunidad de educación. Como ha dicho el mismo documento preparatorio del Pacto “lo que será tiene que tener lo mejor de lo que hay ahora. Quien vendrá tiene derecho a tener lo mejor de quien está hoy”. [3]

 

[1] COVID-19: impacto en la educación y respuestas de política pública

[2] Pacto Educativo Global, Instrumentum Laboris

[3] Pacto Educativo Global, Instrumentum Laboris