Fernando Vidal
Director de la Cátedra Amoris Laetitia

Orar con Christophe Lebreton, la paz desarmada y desarmante


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Rezar juntos es un alma de creación masiva, es redescubrirnos como un profundo pueblo creador de paz.

La comunidad de Nuestra señora del Atlas que pereció martirizada en Argelia en el año 1996 es uno de los más impactantes ejemplos recientes de esa paz ‘desarmada y desarmante’ que el papa León XIV pide para el mundo. El Espacio Abierto de las parroquias Jesuitas del Norte de Madrid dedican un retiro espiritual a rezar con el más joven de aquellos monjes trapenses, Christophe Lebreton. Religioso contemplativo, creador de una cooperativa agraria junto con sus vecinos musulmanes, tejedor de oración y diálogos de paz entre cristianismo e Islam, poeta. En el fondo, quizás solo un poeta es capaz de comprender que el alma humana busca inexorablemente paz y que continuamente le ponemos obstáculos para que pueda beber de esa fuente.



El hermano Christophe perdió su vida sin ver publicado el extenso poemario al que fue dando forma lentamente a lo largo de los años y en sus pequeñas y delicadas piezas nos deja entrar en el corazón de la mística de la entrega. Su juventud quedó completamente transformada por la conciencia de ser amado por Dios, y comprendió que solo Cristo podía hospedar todo el amor y los anhelos de paz y justicia que bullían en su interior.

Encarnado en aquel monasterio en el rural argelino, en profunda paz y cooperación con los vecinos, no quisieron abandonarlos, y tanto amaron a la gente que su vida les fue arrebatada por la misma violencia que llevaba décadas arrasando el país. Lebreton se rebelaba contra tanta injusticia y como sus hermanos se pusieron a trabajar denodadamente en el centro de donde se encrespaban todas las violencias, el corazón humano, el corazón de la sociedad.

Lebreton

Cuando nos reunimos a rezar, siempre estamos dentro del corazón de la humanidad y la Creación. Aunque seamos dos, diez o cien, la oración siempre es creación, transforma desde dentro el corazón de la historia.

En el mundo de violencias tan salvajes como las que sufrimos en Gaza o Ucrania, no nos sintamos impotentes: atrevámonos a abrazar juntos el corazón del mundo. Como dice el Papa León XIV, entrenemos nuestra mente y corazón para ser capaces de preocuparnos por los demás, mirar al bien común, clamar la Paz de Cristo desde el centro de la Tierra. Dios no pide nada que no tengamos ya en nuestras manos, un simple sí. Como escribió Lebreton antes de ser asesinado:

“Puesto que te basta
un simple sí
para hacer lo imposible aquí,
te lo ruego: tómame”.

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