Noticias religiosas de última hora


No debemos desesperar


Compartir

El verano ha traído para nuestro país su propia tragedia, en forma de incendios que han calcinado centenares de miles de hectáreas y destruido vidas humanas, casas, hogares, medios de subsistencia. La respuesta de la administración central se ha basado en mezclar soberbia e incompetencia, acorde con su práctica habitual, pero que no por usual deja de alarmar y escandalizar a la ciudadanía. El deterioro de las instituciones, de la convivencia, y de algunos servicios públicos como el transporte ferroviario, parece imparable y llena de preocupación a las personas de buena voluntad. Sin embargo, ante todo ello la respuesta no debe ser el escepticismo y el abandono. No debemos desesperar.



Palabras de ánimo

En los momentos de adversidad, se hace necesario acudir al mensaje de las personas que animaron a sus conciudadanos en las circunstancias más adversas, y les transmitieron un mensaje de ánimo y esperanza. Los llamamos profetas, y afirmamos en el Credo de nuestra fe que el Espíritu Santo habló por sus palabras y su sangre.

Así, podemos escuchar a Martin Luther King, quien se dirigió a su pueblo diciendo: ante la injusticia, “We must nor be guilty of wrongful deeds” (no debemos ser culpables de hechos reprobables). La oposición debía ser creativa y no violenta, pacífica. También dijo “We must always march ahead” (siempre debemos seguir adelante).

Médico general

Junto con monseñor Romero, King es uno de los profetas a los que acudo en tiempo de tribulación y desánimo. Ante la indignidad, debemos continuar ejerciendo nuestros trabajos habituales con serenidad y dignidad. Debemos seguir siendo buenas personas, dispuestos a ayudar a quien lo necesite. Intentar mejorar los pocos metros cuadrados en los que vivimos, en los que podemos tener alguna influencia y capacidad de decisión.

Ante la dejación de responsabilidad de otros, mantener el mejor estándar que podamos en el ejercicio de la nuestra, sin renunciar a mejorar aquello que podamos mejorar, y sin echar la culpa a otros de forma sistemática. Sólo así podremos mantener la esperanza de que algún día, aunque ignoremos cuándo, el país vuelva a funcionar.

Recen por los enfermos, por quienes les cuidan, y por este país.