Metáforas oncológicas sobre la realidad nacional


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La realidad nacional, cuajada de malas noticias y peores realidades, se presta a una lectura en clave de metáfora oncológica. El cáncer se origina desde nuestras propias células y casi nunca se queda en el órgano donde se inicia, sino que aspira a colonizar todo el resto de órganos y sistemas. Denominamos a esos tumores a distancia metástasis.



Se extiende poco a poco como las pinzas de un cangrejo; por eso los clásicos lo denominaron “cáncer”. Ninguna parte del organismo se encuentra a salvo, pues la intención del tumor es propagarse y no conoce límites ni santuarios. Para ello, mediante mecanismos sofisticados, evade los sistemas fisiológicos de control, los circunvala, los confunde. Diríase que las células cancerosas “mienten” sobre su aspecto y objetivos en orden a engañar a nuestras defensas.

Todo empezó en 2004

En ocasiones, el tumor primario desaparece o resulta indetectable, y el tumor se revela por el daño que producen los implantes a distancia; lo denominamos “cáncer de primario desconocido”. En el caso que nos ocupa, sin embargo, sabemos con certeza el origen, dónde surgió la mutación maligna inicial: fue allá por 2004. Casi todas las metástasis y ulteriores complicaciones de la enfermedad comenzaron en aquellas fechas.

Las metástasis destruyen y alteran la anatomía y funcionamiento de los órganos que han colonizado, hasta convertirlos en inservibles, irreconocibles respecto a la función primera y noble de esos órganos. Puede decirse que las células cancerosas llevan la destrucción y la muerte en su DNA, es su característica constitutiva.

Médico general

El cáncer consume los recursos del organismo de forma gradual. La debilidad es progresiva y la capacidad de defensa, cada vez menor. En casi todos los casos causa dolor, difícil de tratar. Además, bien por el propio cáncer o como resultado de los tratamientos necesarios para combatirlo, predispone a las infecciones. Todos los cánceres conviven con parásitos de diversa índole, que aprovechan la debilidad del organismo para su propio beneficio y crecimiento. Asimismo, hay una tendencia a la formación de trombos y coágulos, que entrañan sus propios riesgos y daños. Así, ninguna parte del cuerpo se libra de verse afectada, a veces de forma irreversible e irreparable.

En manos de médicos fiables

¿Qué puede hacerse? Deberemos ponernos en manos de médicos fiables que nos expliquen con franqueza y claridad las opciones terapéuticas, si existen. Ninguna está exenta de riesgos y efectos secundarios, pues no poseemos “balas mágicas” contra el cáncer.

Si el tratamiento quirúrgico fuese viable –extirpación del tumor primario–, es una cura radical, pero conlleva sangre y pérdida de función del órgano afecto. Y, si logra controlarse el tumor primario, cabe contemplar una solución quirúrgica de las metástasis mediante extirpación o ablación mediante medios físicos, aun cuando ello es imposible si las metástasis son demasiado numerosas.

El tratamiento oncológico es un camino que puede resultar muy penoso, jalonado de complicaciones y retrocesos. En el mejor de los casos, es un proceso largo y complicado, pero inevitable si queremos que el organismo sobreviva. Por desgracia, incluso si el paciente evoluciona bien y creemos que se ha curado, en adelante le acompañará, en forma de espada de Damocles, el recuerdo del tumor primario, las secuelas del proceso y los tratamientos, así como la larvada amenaza de una recidiva.

Recen por los enfermos, por quienes les cuidamos y por este país.