Redactor de Vida Nueva Digital y de la revista Vida Nueva

¿Los cardenales están más predispuestos a elegir a un nuevo Francisco?


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Los datos

Aunque no hay dudas que la salud del papa Francisco no ha sufrido variaciones reseñables últimamente, hay otro dato que se va imponiendo. La semana pasada el número de cardenales electores, los menores de 80 años, han quedado en 121. Los mayores de 80 años son en estos momentos 101 –a los que hay que sumar a Giovanni Angelo Becciu que aunque tiene 75 años ha renunciado a los derechos de la púrpura–. Más allá de que los electores superan en un purpurado los establecidos por las normal del cónclave, hay otro dato significativo.



Por primera vez desde que el Francisco ha llegado a la sede de Pedro, los cardenales creados por Bergoglio ya han alcanzado los dos tercios. De los 121 electores, Francisco ha entregado la birreta a 81 de ellos. Esto significa que los pertenecientes a las ‘hornadas’ de estos años tienen en su mano la elección del futuro pontífice. El resto de purpurados que entrarán a la Sixtina si el cónclave fuera hoy, 31 serían nombrados por Benedicto XVI –como su amigo Woelki o Tagle, Dolan, Marx, Scherer, Burke, Braz de Aviz, O’Malley, Sarah o Cañizares– y 9 por Juan Pablo II –como son los casos de Ouellet, Cipriani, Turkson o Schönborn, por poner unos ejemplos–. Con el paso de los meses se irán cayendo algunos de la lista, como Versaldi en julio, Comastri en septiembre, Patrick D’Rozario en octubre, Sandri en noviembre, Cipriani, Zerbo y Andrew Yeom Soo-jung en diciembre.

La geografía

La nota dominante en los consistorios de Francisco es, sin lugar a dudas, la universalidad. Frente a tradicionales diócesis que llevaban casi automáticamente la púrpura cardenalicia, son numerosos los países que por primera vez han celebrado que uno de sus obispos recibía la birreta. Obispos auxiliares y vicarios apostólicos de diócesis en ciernes han recibido este reconocimiento mientras los prelados de grandes diócesis como Milán o Nápoles, por citar solo dos italianas, suspiran con él. A esto se suma que ha habido un control de las figuras curiales que han recibido el cardenalato y que hay candidatos que directamente se descartan de por sí –como el laico Ruffini que está al frente del Dicasterio para la Comunicación–.

Los críticos con Francisco han sido también reacios a un buen número de nombramientos descentralizadores dentro del Colegio Cardenalicio. Y es que actualmente no solo uno de cada dos purpurados no es europeo, sino que el número de países con una silla en la Sixtina no deja de aumentar. Esta variedad puede demostrar un menor conocimiento mutuo especialmente entre los que menos pisen los sagrados palacios vaticanos. Aunque Francisco convocó en el último consistorio a todos los purpurados a estudiar la reforma de la Curia, lo cierto es que el conocimiento durante el futuro precónclave será todo un reto para un buen número de los príncipes de la Iglesia.

La hipótesis

La inferencia más inmediata de estos datos es que parecería probable que estos dos tercios necesarios tengan una visión del futuro de la Iglesia en sintonía con las reformas que estos últimos años ha impulsado el propio Francisco que les ha llamado a formar parte del Colegio Cardenalicio. Esta hipótesis es relativamente difícil de mantener de forma sólida ya que las estadísticas que conocemos de los cónclaves pasados con muy parciales y difícil de extrapolar en función del pontífice que ha creado los cardenales.

Lo que sí que parece claro es que, en el próximo cónclave, sea cuando sea, van a ser definitivas las reuniones de los días previos donde los temas que se pongan sobre la mesa serán clave para posicionar a uno u otro purpurado. Mientras grupos de presión internacional tratan de controlar el relato público a través de la gestión de la información en internet y en las redes sociales o publicando una extraña revista para un público restringido; el soplo del Espíritu se decidirá mucho en el tú a tú de estos encuentros en el aula y en los pasillos.

A esto hay que añadir los rostros más visibles de cara a la gestión de la Sede Vacante. Ahora mismo, el Colegio tiene como decano a un no electro, el cardenal Re, como vicedecano al argentino Sandri –tiene 79 años, cumple los 80 el 18 de noviembre– y los primeros de cada orden también están en tiempo de descuento –el protobispo es Arinze, el protopresbítero Kitbuncgu y el protodiácono Martino–. Por su parte, el camarlengo actualmente –desde 2019– es el cardenal Kevin Farrel, el prefecto del Dicasterio para los Laicos, Familia y Vida y que tiene 75 años –dos por debajo de la media del Colegio Cardenalicio en sí–. Entre este curioso rompecabeza de nombres y sensibilidades siempre nos quedará la duda de si realmente podemos saber de veras qué piensa un cardenal y dónde se sitúan sus auténticas fidelidades. Esperemos que el Evangelio siga siendo el punto de referencia.