Enrique Lluc
Doctor en Ciencias Económicas

¿La satisfacción depende únicamente de la cantidad?


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Las tres ideas que vimos la semana pasada nos decían que:

  1. Cuanto más se tiene o se disfruta mayor satisfacción se recibe
  2. Cuanto más se tiene de un bien, la satisfacción que se recibe por una unidad superior es siempre decreciente (aunque siempre suma)
  3. Las personas quieren tener mucha satisfacción por lo que siempre aspiran a tener más.

Estas tres ideas conforman toda la teoría economicista del comportamiento humano y crean una estructura matemática consistente y elegante que permiten deducir una gran cantidad de afirmaciones y proposiciones de la ciencia económica que son atractivas como constructos intelectuales.



Hasta aquí todo está muy bien aparentemente. Pero cuando intentamos cotejar esto con la realidad, vemos que las personas no se comportan siguiendo estas premisas. La rama de la economía que se denomina “economía del comportamiento”(o economía conductual) analiza las decisiones económicas de las personas y para constatar que estas no se ajustan a lo que nos dice la Teoría Económica. Solamente aquellos colectivos que están más influidos por la manera de pensar economicista, mantienen un comportamiento parecido al previsto por la teoría económica.

Cabe preguntarse entonces ¿Es acertado mantener la teoría económica que habla de la utilidad, enseñarla y basar todo nuestro análisis en ella, cuando la constatación empírica nos dice que no se cumple salvo en contadas ocasiones? Algunos siguen pensando que sí, porque es la única manera de dar objetividad y posibilidad de una estructura científica a esta ciencia que es la economía. Sin embargo, desde otros puntos de vista parece bastante cuestionable que hagamos las cosas de esta manera, que sacrifiquemos la realidad por una buena idea o una buena estructura de pensamiento.

Vivienda_de_lujo

¿Donde está la debilidad de este análisis? En pensar que la satisfacción solamente deriva de la cantidad de bienes y servicios de la que disfrutamos y no de las expectativas que tenemos sobre ellos. Los estudios demuestran que suele dar más satisfacción algo que responde a nuestras ilusiones previas o a la idea que nos hemos hecho sobre su posesión o disfrute, que algo en lo que no habíamos depositado ninguna esperanza, ni esperábamos, ni nos produce ninguna ilusión.

Necesidades

Lo mismo sucede al contrario, cuando no obtenemos algo que deseamos, a pesar de tener mucha cantidad de otras cosas, la satisfacción que recibimos es negativa y puede reducir la que hemos recibido por otros bienes o servicios. Lo principal no es la cantidad, sino si responde o no a aquello que deseamos o necesitamos. Evidentemente esto rompe con toda la teoría económica actual. La utilidad no depende únicamente de la cuantía, sino que hay que introducir la postura de las personas o las instituciones ante ese bien o servicio, porque de ello dependerá que nuestra satisfacción por lo consumido sea mayor o menor.