Fernando Vidal
Director de la Cátedra Amoris Laetitia

La rebelde del coronavirus


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La joven enfermera sor Jenny McGee, de 36 años, es una de las dos personas que salvaron la vida a Boris Johnson cuando enfermó de coronavirus, en duros turnos de 12 horas diarias de UCI. Es una religiosa neozelandesa de la Congregación de Loreto –llamadas las Irlandesas, fundadas por Mary Ward–.



McGee contó en un encuentro con Johnson que, cuando le ingresaron, su estado de salud estaba cercano a quienes agonizaban de COVID-19. La hermana Jenny cuidó con toda su profesionalidad y compasión de él, quien declaró que sobrevivió porque aquellos extranjeros “cada segundo estaban mirando por mí”. McGee, humilde, decía que a Johnson no le salvó ella, sino la sanidad pública.


Días después de alabar a extranjeros que entregan su vida en la sanidad, Johnson anunció un impuesto sanitario añadido tan solo para extranjeros –que ya pagaban sanidad como todo contribuyente–. Una nueva medida xenófoba.

Un año después, superado lo peor de la pandemia, el 19 de mayo, esta destacada enfermera ha renunciado a su puesto público como protesta simbólica por la “falta de respeto” con que el Gobierno Johnson trata a los trabajadores sanitarios: pauperización salarial, presión asistencial (más pacientes, menos tiempo), recortes de infraestructura, además de la xenofobia institucional, son algunas de las razones.

La religiosa, alabada por su amor y cuidado en la asistencia, ahora es criticada por rebelde e intervenir en política. Pero ambas están íntimamente conectadas por la virtud del cuidado: con el mismo amor con que entonces cuidó del enfermo Johnson, ahora lucha por cuidar de los hospitales de los que dependen millones de ciudadanos. Esa unión imprescindible entre amor personal y custodia de los bienes comunes es el corazón de Fratelli tutti. Sor Jenny McGee, la rebelde del coronavirus, solo sigue buscando amar a todos.

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