Jose Fernando Juan
Profesor del Colegio Amorós

La Navidad que es para todos


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Entre los debates navideños, crece el que trata sobre el valor mismo de la Navidad. Cada vez más personas se atreven a cuestionar la hipocresía de los encuentros forzados y sus buenas caras, las luces que ocultan las oscuridades, la alegría obligatoria y la expresión aparente de una felicidad que no se vive, la sorpresa y la ilusión que se demandan como protocolo, la necesaria corrección y el consumismo en su versión más extrema. Y así andamos, poniendo el foco en todo aquello que envuelve un regalo aún por descubrir.

Cuando mis alumnos se encienden en críticas a la Navidad, y cada vez son más los que se expresan libremente en este sentido, yo subrayo lo que critican, pero insisto en que no están criticando precisamente la Navidad, sino su contrario. Quizá no lo vean con claridad, pero la Navidad no es ese tiempo que llena sus vacaciones, sino aquello que sería capaz de colmar su vida.

Encontrar la vocación

Con el tiempo, se establecen tradiciones personales. En Navidad tengo tres lecturas clave, que me acompañan los últimos años: un cuento infantil que me regalaron con dieciocho años (‘Rastro de Dios’, solo ese cuento pequeño de ese pequeño libro) el testimonio de una persona que encontró su vocación en estas fechas, pero en su tiempo, y leer (no escuchar) la homilía del Papa de la Noche Buena antes de irme a la cama. Tres detalles.

A estos detalles que creo que voy sumando unas cuantas experiencias familiares, más abiertas, más dinámicas, más esperanzadas. Viene siendo tradición ya preguntarse en casa dónde se pone el Belén o dónde se monta el árbol. Lo que pase después con ellos será otra cosa. Es tradición también buscar bien los regalos, exponerse y atreverse a la valoración del otro. Celebrar juntos estos días muy sencillamente. Cada vez más sencillamente y curiosamente sin tantos dulces. Lo que más me sorprende es que ahora estoy del lado de los que “crean Navidad” para otros, más que de los que disfrutan sus apariencias. Es más, comienzo a valorar como nunca esas apariencias que crean un ambiente diferente y las preguntas que surgen en los pequeños. Su entusiasmo merece la pena, por encima de todo.

Un ambiente diferente

Confundir tradición y Navidad sería absurdo. El envoltorio sólo pretende anunciar lo que lleva dentro. Quedarse en la superficie, sin que la superficie anuncie un Misterio mayor, es una actitud ridícula que no es patrimonio de nuestro tiempo. Para cualquiera que quiera saber algo más, que lea textos de Navidad antiguos, de siglos de antigüedad. Se sorprenderá por su actualidad y ojalá vea con más humildad todo lo que sucede. La Navidad llega cada año y cada año es lo mismo desde el inicio. Leer bien el inicio de todo esto que hoy celebramos nos llevará muy poco tiempo: el inicio de cada Evangelio, comenzando por la Navidad de Marcos, siguiendo por la de Lucas y Mateo, terminando en el texto de Juan. Esta es mi verdadera tradición: quedarme con una palabra de cada texto año tras año, dejarme transformar por lo nuevo.

Feliz Navidad.