José Luis Pinilla
Migraciones. Fundación San Juan del Castillo. Grupos Loyola

Josefina Bakhita: de esclava a santa


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La trata de mujeres con fines de explotación sexual se ha convertido en una práctica de explotación inherente al capitalismo de manera extrema, donde se hace más claro que los sujetos son convertidos en mercancías, están deshumanizados al máximo y por lo tanto son política y cultura del descarte (en frase provocadora y reiterada denuncia del papa Francisco), porque se les desecha cuando su ciclo de explotación disminuye o termina. Cuando ya no genera las mismas ganancias para los explotadores. Releo textos parecidos en la víspera del 8 de febrero, recordando a santa Josefina Bakhita.



En 2016, en la playa de Motril, lugar de arribada de muchos migrantes, se dedicó una iglesia en Playa Granada dedicada a santa Josefina Bakhita primero dedicado a su advocación. Y, dos años después, se bendijo una imagen hecha en barro de la santa, que fue esclava en su juventud. La intención diocesana era que la dedicación de la iglesia a esta santa africana fuera una respuesta a la situación por la que pasan los inmigrantes, en concreto aquellos que son recibidos en las costas de Motril, localidad puente entre África y España.

La escultura muestra a la santa arrodillada, envuelta en un tejido grueso que nos deja ver las laceraciones del látigo en su espalda. Aparece con las manos unidas en posición de oración. Sobre su cabeza, un tocado blanco tal y como el que usan las mujeres en Sudán, su tierra natal. A sus pies, sobre un cojín, aparecen depositadas unas cadenas, ya que la esclavitud es el principal motivo de inspiración de la obra.

Desde Sudán a Italia

Secuestrada a los nueve años, vendida como esclava y llevada a la ciudad de El Obeid, en Sudán, su espalda fue el lienzo donde quedaron plasmados la humillación y maltrato: más de 100 incisiones que fueron cubiertas con sal le dejaron cicatrices perennes y una memoria muy triste de sus primeros años de vida.

Y es que muchas veces –siempre demasiadas, aunque solamente fuera una vida–, la existencia de muchas mujeres empobrecidas comienza con un secuestro y, tras ser vendidas, huyen. Tatuadas en la piel y en el alma, buscan la libertad diciendo adiós a su África querida –y en otras muchas partes del mundo– para buscar ejercer con rotundidad su decisión de ser libres. Muchas veces –¡demasiadas!–, cuando en verdad –repito– no tenía que ser ninguna.

Nuevamente, la Iglesia celebra su memoria el 8 de febrero, como resumen interpelador de tantas mujeres víctimas de la trata haciéndolo a impulsos de la idea liberadora que el papa Francisco quiere para esta periferia existencial. En muchos lugares de España se celebran vigilias proféticas con este acontecimiento, muchas de ellas guiadas por una especie de via crucis ofrecido por la red intraecelesial que trabaja por la liberación de estas mujeres, auténticas esclavas de nuestro siglo. ¡Cuántas mujeres de órdenes religiosas están presentes en esta misión resumiendo su carisma en esta entrega¡ ¡Cuántas! A todas ellas: gracias de corazón.

Bakhita

Se han recorridos estas o parecidas estaciones en siete palabras o frases que resumen la vida de Bakhita: secuestro, venta, huida, tatuaje, búsqueda de libertad, África y entrega de toda la vida. Resumen para hacer presente la vergüenza de este trato a las víctimas de la trata de personas y el compromiso radical por la liberación. Siete palabras o frases como siete fueron los días de la creación que la santa contemplaba como huella de Dios.

Su espalda decimos que fue lienzo donde quedaron plasmados la humillación y el maltrato como esclava. Y que –tras un largo itinerario geográfico y vital– descubrió al Señor de la vida en un Instituto italiano y pudo dar nombre así a lo que desde niña sentía en su corazón. En sus memorias escribió: “Viendo la creación, el sol, la luna y las estrellas, decía dentro de mí: ¿quién será el Dueño de estas bellas cosas? Y sentía grandes deseos de verle, de conocerle y de rendirle homenaje”. Y así lo hizo: de esclava a santa. Hoy nos habla como un servicio eclesial en el que apostamos por defender el instinto de vida y el ansia de libertad que toda víctima de trata merece.

En un fragmento del libro ‘Patas arriba. La escuela del mundo al revés’, de Galeano, leo: “El vuelo de la humanidad es torcido, cuando solo lo dirige el ala masculina”. Efectivamente. Y eso nos conduce al desastre. Y así el vuelo de la humanidad cae en picado, o se mantiene inestable siempre… hasta que la dignidad de la mujer quede restablecida por completo”.

La memoria de esta santa y la del trabajo de muchas mujeres (aquí los hombres “aparecemos menos”) ante el drama de la trata de personas, en concreto con fines de explotación sexual, es una de esas “periferias” papales. Este drama se hace “católico”, es decir universal, todos los 8 de febrero. Para avanzar en el mismo camino de Bakhita: un camino, un proceso, que vaya desde la conciencia a la oración, de la oración a la solidaridad, y de la solidaridad a la acción concertada con personas entregadas. Hasta que la esclavitud y la trata desaparezcan.