Ianire Angulo Ordorika
Profesora de la Facultad de Teología de la Universidad Loyola

Jesús fue un friki del Reino de Dios


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No tengo ningún reparo en confesarme como una ‘friki’ de la Biblia, por eso me puse tan contenta cuando la Real Academia de la Lengua introdujo este término en el diccionario. En su tercera definición afirma que el adjetivo denomina a una “persona que practica desmesurada y obsesivamente una afición” y, ciertamente, me siento muy identificada. Puede parecer despectivo, pero cada vez estoy más convencida de que tendríamos que hacer una gran apología conjunta de la condición de ‘friki’.

La pasión es el movimiento del corazón hacia una realidad que nos atrae con mucha fuerza y de un modo casi ciego. Dejarnos impulsar por un deseo así nos pone en movimiento y nos hace disfrutar de esas realidades que nos resultan tan atrayentes. Por más que nuestros deseos tengan que filtrar por el tamiz de los valores y, en creyente, del Evangelio, son la fuerza que relativiza dificultades y nos ensancha el alma.

Imagen de "33 El Musical"

Quizá no deberíamos preocuparnos de que exista gente ‘friki’, sino de que existan demasiadas personas incapaces de apasionarse por algo, aunque sean un cómic, una serie de películas o un deporte. La apatía es esa carcoma que va minando por dentro nuestra capacidad de asombro, que daña la ilusión por las pequeñas cosas y hiere de muerte el empeño por avanzar hacia un objetivo que relativiza muchas pequeñas satisfacciones inmediatas. Sí, quizá lo que necesitamos sea más personas ‘frikis’, porque el mismo Jesús fue un ‘friki’ del Reino de Dios.