La Inteligencia Artificial (IA) ya está transformando nuestras vidas y las formas de relacionarnos y pensar, así como nuestro entorno. Transforma también el modo de desarrollo o fuente de productividad de la sociedad, que ya no es informacional, sino agencial.
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Lo agencial hace referencia a la capacidad e iniciativa de creación y toma de decisiones. El modo de desarrollo agencial tiene su fuente de productividad en la generación de agencias decisionales más autónomas para mayores competencias. La IA está en el centro del salto, igual que la digitalización lo estuvo en de los 80 al modo de desarrollo informacional. Y la máquina de vapor lo fue al llegar el modo de desarrollo industrial.
Responsabilidad colectiva
Pero el modo de desarrollo agencial no se limita a la IA. Es agencial el hecho de que los trabajadores deban ser cada vez más reflexivos, creativos, innovadores, emprendedores y comprometidos para la sostenibilidad de su corporación. La agencialidad también reclama organizaciones con mayor capacidad de discernimiento colectivo (la sinodalidad es del orden agencial); busca una mayor consistencia y responsabilidad en todos los agentes, humanos, corporativos o instrumentales.
La IA muestra que no es suficiente un razonamiento abstracto, materialista y mecánico, sino que la razón es sapiencial, integra todas las inteligencias desde el corazón y la vida misma. La agencialidad llama a unir y potenciar razón y corazón. Posiblemente, la IA nos impulse a reconocer mejor cuál es la originalidad de la razón, la palabra y la sabiduría en el universo y la existencia.
El interrogante último no es qué hacemos, tenemos ni dónde estamos, sino qué es cada cosa. La Edad (o Era) Moderna acaba y comienza la Edad Inteligente (humana o humanamente artificial), que podemos llamar i-Era, edad cuya clave es, en último término, el Verbo.
