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Fernando Vidal
Director de la Cátedra Amoris Laetitia

‘Homo amoris’ vs. ‘Homo Trump’


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El problema no es estratégico, geopolítico, ni siquiera ideológico, sino que es antropológico. Los terrores alrededor de la II Guerra Mundial nos mostraron que, como dijo san Gregorio Magno, lo peor es la corrupción de los mejores, pero también que lo mejor es el amor de los más frágiles. En la más profunda fosa del sufrimiento humano, resplandeció la inextinguible lumbre de la Resurrección en vidas tan pequeñas como decisivas como las de los cristianos Sophie Schöll, Raoul Wallenberg, Irena Sendler o Ángel Sanz Briz.



Esa agonía histórica despertó un Concilio de la Conciencia de la Humanidad que refundó la vida mundial sobre la inalienable dignidad de cada persona humana, sus Derechos Humanos e instituciones mundiales para defenderlos.

Antropológicamente, las ciencias fueron descubriendo que el ser humano no había aparecido por un acto de violencia contra sus parientes: no era un mono asesino, como se había creído, sino que la desnudez y la razón de amor fueron las claves constitutivas del ‘Homo sapiens’.

Donald Trump

Donald Trump

Esa nueva antropología del ‘Homo amoris’ fue encauzando el mundo –incluso en medio de terribles violencias como Camboya, la Operación Cóndor o Biafra– hacia una de las épocas de mayor prosperidad y seguridad de la Historia. Al menos, el deseo de paz de toda la humanidad tenía voz, instituciones, defensas y modelos reales.

Nudo poder

El ‘Homo amoris’ está siendo sustituido por el ‘Homo Trump’, con el que se pretende regresar a una definición depredadora, violenta y abusiva del ser humano, en la que se cree que la clave de la constitución humana es el nudo poder. Es un desafío de orden espiritual. Nuestro mundo necesita una revolución espiritual, pero en la historia nunca ha sucedido portada por el poder, sino por la santidad de vidas sencillas que en lo peor alumbran caminos de luz.

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