El Eclesiástico sigue con sus recomendaciones financieras afirmando: “Presta al prójimo en su necesidad, y devuelve a tiempo lo prestado. Mantén tu palabra, sé fiel con él, y en todas tus necesidades hallarás lo que precisas” (Eclo 29,2-3). Nos anima el ‘Sirácida’ a que seamos serios y devolvamos lo que debemos en sus debidos tiempos y formas. La responsabilidad, el cumplimiento de lo prometido, la seriedad en lo pactado, constituyen un ideal que le permitirá a quien lo cumple ser reconocido por sus iguales y recibir ayuda sin problemas la próxima vez que la necesite. Solo vamos a tener la garantía de ser socorridos por alguien, cuando tenemos un historial de seriedad y poco riesgo. Quienes financian van a estudiar si hemos devuelto en las anteriores ocasiones para saber si vuelven a prestarnos de nuevo. Solo los que tienen poco riesgo van a lograr financiación y por ello es importante cumplir puntualmente con las obligaciones que hemos asumido.
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A pesar de esto, las instituciones financieras pueden tener la tentación de prestar a personas e instituciones que tienen unos niveles de riesgo muy elevados. En los años anteriores a la gran crisis económica que tuvimos a principio de este siglo, se concedió financiación a sabiendas de que quien la recibía iba a tener muchas dificultades para cumplir con los plazos de devolución y pago de intereses. Quien les prestaba se arriesgaba a quebrar y ver como su dinero se esfumaba (como sucedió finalmente en aquella crisis)
Quien recibe esta clase de préstamos los toman como una ganga que le ha venido del cielo y ponen en aprietos a aquellos que se lo concedieron (Eclo 29,4). En estos momentos el Banco Central Europeo a través del Banco de España pone restricciones al crédito para intentar que no se tomen tantos riesgos y que no se preste a personas que son claramente insolventes o que tienen unas altas posibilidades de impago. Sin embargo, todavía pueden verse gran cantidad de personas con unos niveles de endeudamiento bastante elevados.
Realizar esta clase de préstamos que llevan a quienes los reciben a una situación de elevado endeudamiento es, una irresponsabilidad, no solo por quienes financian, sino también por quienes son financiados. Ni los primeros deben prestar a quienes piensan que van a tener dificultades para devolver, ni los segundos deben incrementar su nivel de endeudamiento a porcentajes que les van a hacer totalmente dependientes de las entidades que les financian.
Volvemos a ver, como hicimos la semana pasada, la necesidad de que una actividad tan importante como es la financiera, se realice de una manera transparente y ética, que el afán ilimitado de lucro no lleve a actuaciones excesivamente arriesgadas y a hacer que los prestatarios acaben dependiendo totalmente de sus prestamistas.