¿Hay en la Biblia huellas de los alienígenas?


Compartir

Entre la variada oferta televisiva podemos descubrir un programa titulado ‘Alienígenas’. Se trata de una serie de documentales –con pretensión científica– que presentan lo que se consideran las huellas que antiguos extraterrestres habrían dejado en las diferentes culturas humanas. Así, por la pantalla desfilan desde los moais de la isla de Pascua hasta las enigmáticas líneas y geoglifos de Nazca, pasando, claro está, por las pirámides egipcias o el monumento megalítico de Stonehenge.

Naturalmente, la Biblia no podía quedar fuera de este panorama. Sistemática y recurrentemente, en ‘Alienígenas’ aparecen Noé y el diluvio o Ezequiel, pero, sobre todo, las figuras de Henoc y Elías. En efecto, tanto Henoc como Elías ocupan un puesto privilegiado en su relación con los alienígenas. Ambos comparten un “final” muy semejante y extraño: fueron arrebatados al cielo; además, Elías lo hizo montado en un “carro de fuego con caballos de fuego” (2 Re 2,11).

Diluvio universal

En cuanto a Henoc, aparte de “subir al cielo” (“Henoc siguió los caminos de Dios y después desapareció, porque Dios se lo llevó”, Gn 5,24), se le relaciona con el misterioso episodio de Gn 6,1-2.4-: “Cuando los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la superficie del suelo y engendraron hijas, los hijos de Dios vieron que las hijas de los hombres eran bellas y se escogieron mujeres entre ellas […] Por aquel tiempo había gigantes en la tierra; e incluso después, cuando los hijos de Dios se unieron a las hijas de los hombres y engendraron hijos. Estos fueron los héroes de antaño, los hombres de renombre”. De hecho, este texto tendrá una fructífera proyección en obras apócrifas posteriores, la más famosa de los cuales es el ‘Libro de los Vigilantes’, que actualmente forma parte del libro de ‘Henoc’.

Evidentemente, ni Elías ni Henoc tienen nada que ver con alienígenas. Y, por supuesto, en ninguno de esos programas se cita el famoso texto de Colosenses: “[Cristo] es imagen del Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque en él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles. Tronos y Dominaciones, Principados y Potestades; todo fue creado por él y para él” (1,15-16).