Ianire Angulo Ordorika
Profesora de la Facultad de Teología de la Universidad Loyola

Hacer carne el estilo del Maestro


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Con frecuencia me entero de los “días internacionales” gracias a Google y su Doodle diario. Esta semana tocaba homenajear a los profesores en honor de San José de Calasanz (esta parte es la que no siempre se sabe). No es una mala excusa para hacer balance de los profesores que he tenido a lo largo de mi vida. Ha habido, especialmente en el ámbito universitario, personas de currículums intachables y conocimientos insondables que han compartido conmigo algunos de ellos. A todos ellos tengo que agradecer mucho de lo que sé, pero quizá no tanto lo que me va configurando como mujer y como creyente.

En cambio, hay muchas otras personas que, quizá con menos reconocimiento social y académico, han sabido sacar a la luz mi mejor versión. Personas que, con frecuencia de modo discreto y silencioso, me han mostrado una confianza que da alas y hace volar, que me han animado a pensar por mí misma, a ser auténtica conmigo y ante Dios, a tener claro qué es lo importante y qué se lleva el viento, a apostar por las personas concretas y a rodearse de buena gente, porque la “mala” ya nos la trae la vida.

Fotograma de 'El buen maestro'

También hoy, entre las aulas de los distintos ámbitos en los que ahora se me regala compartir lo aprendido, disfruto con compañeros y compañeras que ponen a sus alumnos en el centro, que se interesan por ellos y por su calidad humana y que, sin aspavientos ni alharacas, se juegan la piel por hacer carne el estilo del Maestro, ese que susurraba al oído el hijo muerto de una viuda eso de “joven, a ti te lo digo: ¡levántate!” (Lc 7,14). A todos ellos mi más profunda admiración y el deseo de caminar tras esas mismas huellas.