Ianire Angulo Ordorika
Profesora de la Facultad de Teología de la Universidad Loyola

Gracias por vuestro trabajo


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Llevo un tiempo preguntándome si esta pandemia va a cambiarnos. No quisiera ser ingenua, pero deseo y espero que sí. El otro día salí de mi confinamiento para ir al supermercado. Vi que en un contenedor de basura habían colgado un letrero que decía: “Gracias por vuestro trabajo”. En otras ocasiones solo una huelga nos hubiera hecho caer en la cuenta de la importante tarea de quienes recogen nuestra basura. Estamos siendo capaces de reconocer el trabajo y el esfuerzo de tantas personas que, en otras circunstancias, nos hubiera pasado absolutamente desapercibidos.



Esta situación nos está permitiendo agradecer tantas tareas silenciadas que se realizan, sin aspavientos ni heroicidades, por el bien de la comunidad. Quizá se nos está despertando la mirada para captar lo bueno que pasa por nuestra vida cotidiana, aunque sea en lo pequeño y discreto. Tampoco el Resucitado se apareció nunca de manera evidente, con grandes fuegos de artificio o a bombo y platillo. Al revés, mantuvo la misma dinámica de ocultamiento que asumió en la Encarnación. El Señor nos sale al encuentro en lo escondido de lo cotidiano, también en medio del confinamiento, para quienes aprenden a mirar de otro modo.

Gracias por vuestro trabajo

Del mismo modo que la levadura fermenta la masa en lo escondido de la noche, también las huellas del Resucitado se descubren en el silencio y la oscuridad. Esta capacidad de agradecimiento redescubierta en tiempos de pandemia ¿no será una muestra más de que la vida vence al dolor y la muerte?