José Lorenzo, redactor jefe de Vida Nueva
Redactor jefe de Vida Nueva

Francisco enseña a Salvini la Iglesia sin miedo


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Cuatro años después de que Europa cerrase sus puertas en las narices de millones de desplazados en la crisis migratoria más importante desde la II Guerra Mundial, el resultado de las elecciones en el Viejo Continente certifica el avance de la ultraderecha xenófoba y euroescéptica, curiosamente la más vociferante también al reclamar las raíces cristianas de un proyecto que hace aguas.

Uno de los triunfadores de estos comicios es el ministro italiano Mateo Salvini, que ha hecho de su cruzada contra los migrantes una de sus señas de identidad y fuente de polémica con el Vaticano. Es católico a pesar de Francisco, como Santiago Abascal, con quien también coincide en su rechazo al de fuera. Ellos no necesitan mediadores terrenales, al menos no a quien ahora ocupa la silla de Pedro.

Salvini se encomienda –él y sus políticas, que denotan lo que el desaparecido cardenal Tauran denominó “choque de ignorancia”– al mismísimo Jesucristo, cuyo crucifijo besó ostentosamente ante la prensa en la noche electoral en un gesto que venía a decir con quien estaba realmente él en comunión.

Milan (Italy), 26/05/2019.- Deputy Premier and Interior Minister Matteo Salvini of League Party speaks during a press conference in Milan, Italy, 26 May 2019. The European Parliament election was held by member countries of the European Union (EU) from 23 to 26 May 2019. (Elecciones, Italia) EFE/EPA/FLAVIO LO SCALZO

Es una táctica que está utilizando la ultraderecha política pero también la eclesial: vaciar de contenido el discurso de este Papa, incluso aunque esté anclando en el Evangelio, sobre todo el que transita aquellas sendas tan autoexigentes que la mayoría prefiere bordearlas.

Unas sendas recogidas en el mensaje para la Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado (publicado al día siguiente de las elecciones, ¿casualidad?), muy incómodas para los líderes políticos de cualquier espectro ideológico (e impensables para la actual floración europea de Salvinis), pero también para los cristianos, a los que invita a desinstalarse. Por eso, Bergoglio apela a esa Iglesia en salida a la que exhortó desde el primer día para que, en esta hora que va camino de ser oscura, “tome la iniciativa sin miedo” y salga al encuentro de los excluidos.