José Beltrán, director de Vida Nueva
Director de Vida Nueva

¡Feliz cumpleaños Cáritas Española!


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JUEVES

Primera parada. Premios Ángel Herrera de Periodismo en el CEU. Reconocimientos merecidos. A Cristina Sánchez, subdirectora de Alfa y Omega. Por escribir de la frontera y desde la frontera, y por lo que no queda impreso, pero se intuye en alguien que sabe tejer compromiso con hilos invisibles para no hacer notar sus costuras de entrega oculta al bies.



A Jorge Fernández Sangrador. Como él mismo dice, por “poner criterio a la confusión” a través del teclado, en esta casa y en otras tantas desde esa máxima que recupera del padre Gago: “Que todo lo que digas sea terso y amable, sin esquirlas o aristas que rocen la piel de tu hermano”.

Segunda cita. Fiesta de cumpleaños de Cáritas Española. Cuando a Natalia le toca ponerse delante de un micrófono para denunciar las cifras de la pobreza y sacar la cara por aquellos que están condenados a no llegar a fin de mes, no le tiembla ni el pulso ni la voz. Pero hoy tocaba subir al escenario para aplaudir a “tantas personas que han gastado su vida” por la caridad. Y ahí se le entrecortan las palabras y se le humedece la mirada.

“En mi corazón se juntan sentimientos encontrados y complementarios”, apunta desde un sentido de la responsabilidad que nace de “formar parte de ese eslabón de ese gran camino de su historia”. Me llevo también la oración espontánea de Blanca Bergareche, religiosa del Instituto Mary Ward: “Trigo enterrado en la tarea de cada día es lo que cada uno y cada una ofrecemos a Cáritas”.

VIERNES

Hay quien se empeña en clonar el vademécum  ‘teocon’ de la Iglesia de Estados Unidos en España. Hay quien lo bendice.

LUNES

Revisión oftalmológica. Ni presbicia ni degeneración macular ni glaucoma. Todo descartado. Quizá ojo seco. Como mucho muchísimo. Lágrimas artificiales, y listo. Cuando la mirada ante la realidad se torna en árida, trátese con unas gotitas de misericordia que ablandan la retina del corazón. Adminístrese con frecuencia, que la aspereza vital la sufre, no solo el que ve, sino el observado.

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