David Jasso
Provicario episcopal de Pastoral de la Arquidiócesis de Monterrey (México)

Esta es la juventud del Papa


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Roma ha brillado esta semana con una energía única: se vivió el Jubileo de los Jóvenes, celebrado del 28 de julio al 3 de agosto de 2025. Más de un millón de jóvenes de 146 países llenaron las plazas, las vigilias, las iglesias y los campos de Tor Vergata. Fue una explosión de fe joven, de encuentro, de libertad de esperanza.



Desde el primer día, el papa León XIV los recibió con esta invitación: “Ustedes son la sal de la tierra… la luz del mundo (Mt 5,13-14). Y hoy sus voces, su entusiasmo, sus gritos, que son todos por Jesucristo, los van a escuchar hasta el fin del mundo”.

En la vigilia del sábado, en Tor Vergata, los jóvenes acamparon en el suelo, cantaron, rezaron ante la cruz del Jubileo y compartieron fraternidad. El Papa llegó en helicóptero, saludó desde su papamóvil y acompañó a pie una procesión intergeneracional.

La misa de clausura, el domingo 3 de agosto, fue un momento histórico: una multitud abrazada por León XIV, quien dijo: “Muy queridos jóvenes, nuestra esperanza es Jesús… Aspiren a cosas grandes, a la santidad, allí donde estén. No se conformen con menos. Entonces verán crecer cada día la luz del Evangelio, en ustedes mismos y a su alrededor”.

Desde Gaza, Ucrania y otros lugares de conflicto, los jóvenes fueron homenajeados como mensajeros de paz y diálogo. Dijo además: “Nuestros pensamientos están con todos. Con los jóvenes de Gaza, Ucrania y las tierras bañadas por la sangre del conflicto. Con Pascale, quien falleció de un infarto camino a Roma, y con María, quien falleció antes de emprender el viaje. Nuestros pensamientos están con quienes nos acompañan”.

Durante toda la semana vimos jóvenes confesándose, peregrinando por las Puertas Santas, compartiendo imágenes en sus redes y conversaciones sinceras. El encuentro fue, antes que un evento, una reafirmación de que la juventud católica tiene voz, tiene sueños y tiene esperanza. León XIV exhortó a aspirar a la santidad desde lo concreto en las decisiones cotidianas, el servicio, el diálogo y la fraternidad en acción.

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Pero, ¿qué significa que los jóvenes griten: “esta es la juventud del Papa”? Esta frase no se reduce a edad, sino a un estilo de ser Iglesia: valiente, esperanzada, audaz en la fe, comprometida con el prójimo y consciente de su rol en la historia. Es la juventud que representa un ‘otro mundo posible’.

Gracias a Dios me ha tocado acompañar a la Pastoral Juvenil y conocer muchos jóvenes entusiastas desde el CELAM, la DEMPAJ en México y los jóvenes en Monterrey. Me entusiasma la visión que tienen y la ruta que han emprendido para caminar juntos hacia los jubileos de 2031 y 2033.

Esta experiencia reciente del Jubileo en Roma nos deja a todos cuatro lecciones, bueno muchas, pero subrayo estas que siguen resonando en el corazón y en la vida:

  1. La alegría es creíble cuando es compartida. Lo que se vivió en Tor Vergata no fue un espectáculo, sino un testimonio. Miles cantando, orando, abrazándose sin conocerse, mostrando que el Evangelio puede ser una fiesta sincera y sin superficialidad.
  2. El mundo escucha cuando hay coherencia. León XIV no usó grandes efectos ni frases virales. Habló con sencillez, desde la fe y la verdad. Y lo escucharon, porque cuando un joven ve autenticidad, se queda, escucha, pregunta…
  3. La fe es un puente. La diversidad de lenguas, culturas y contextos mostró que la Iglesia no es uniforme, pero sí puede ser una: en misión, en oración, en compasión. Los jóvenes dan una lección de sinodalidad natural y de diversidad en el Espíritu.
  4. La esperanza tiene rostro joven. No por la edad, sino por la actitud. La esperanza se mueve, sueña, cae y se levanta, como ellos y como quienes creen que el amor puede más que un algoritmo.

Lo que vi esta semana

En el Instagram de la Pastoral Juvenil de Monterrey, el entusiasmo de los jóvenes regiomontanos y de los sacerdotes y religiosas que les acompañaron.

La palabra que me sostiene

Jesús es el amigo que siempre nos acompaña (Papa León XIV).

En voz baja

Señor, haz de nuestra juventud un signo de esperanza para los que aún no encuentran sentido.