¿Está anticuado hablar de hombres y mujeres?


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Dados los tiempos que corren, ser políticamente incorrecto es más una alabanza que una crítica. Pues bien, la Biblia es políticamente incorrecta en el asunto de las relaciones humanas. Más concretamente, entre hombres y mujeres.



En efecto, cuando la Biblia cuenta la creación del ser humano, solo habla de hombres y mujeres, sin mencionar las casi infinitas posibilidades de la teoría ‘queer’, según la cual, entre el varón y la mujer hay exactamente eso: infinitas posibilidades de relación entre la identidad sexual y el género.

“Dios lo creó, varón y mujer los creó”

Sin embargo, hay que resaltar que la Escritura resulta extraña y enormemente moderna –en el sentido de la igualdad– cuando habla de hombres y mujeres. El texto de Gn 1,26-27 es el siguiente: “Dijo Dios: ‘Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los ganados y los reptiles de la tierra’. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó”.

Lo que se ha traducido por “varón” y “mujer” hace referencia al sexo. Literalmente, se habla de “macho” y “hembra” (‘zakar’ y ‘neqebá’, respectivamente). Y ambos –el macho y la hembra de la especie humana– constituyen al “hombre”, al ser humano, el ‘adam’. Sorprende que este texto, que habría que datar en torno al siglo VI a. C., ponga en pie de igualdad a hombres y mujeres: juntos constituyen al “ser humano”.

Pareja hombre y mujer, beso

En el llamado segundo relato de la creación, el asunto se desarrolla de distinta manera, aunque el resultado es parecido. En primer lugar, Dios modela del polvo del suelo un “varón”, aunque ese varón no sabrá que lo es hasta que de su costilla se modele a la mujer y la descubra, admiradamente, como alguien igual que él: “¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Su nombre será ‘mujer’, porque ha salido del varón” (Gn 2,23). La traducción española no logra representar adecuadamente el juego de palabras que existe en hebreo: la mención de la “mujer” y el “varón” es la semejante a la que existe, por ejemplo, entre “gata” y “gato”. Así, en hebreo es: “Su nombre será ‘ishá’, porque ha salido del ‘ish’”.

Es probable que estos relatos no satisfagan a muchos de nuestros coetáneos. Pero lo cierto es que han vivido muchos años y que pueden seguir dando luz a las personas –hombres y mujeres– que hoy caminamos por el mundo.