Fernando Vidal
Director de la Cátedra Amoris Laetitia

Esperando al papa: agua viva que solo quiera amar


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Sueño una Iglesia que viva desde el fondo, que se moje con los pobres, que camine como Jesús sobre el mar, que sea agua viva.



Sueño una Iglesia que ande por los abismos oceánicos de la intimidad de Dios y el corazón del mundo, que ayude a profundizar en la razón del amor y el amor a la razón, que genere belleza y contemplación; que nos haga a todos humildes siendo humilde para adorar solo a Dios; una Iglesia que nos devuelva las ganas de creer.

Sueño una Iglesia que se moje por la gente y los pobres; que se moje por la salud y el cuidado del planeta y de todas sus criaturas; que se arriesgue a entrar en el mar para rescatar a los náufragos y hundidos; que nade en el mar de preocupaciones reales de la gente, que se despoje de ropajes y se desnude para poder pescar con todos con máxima sencillez. Sueño una Iglesia que sepa que, a veces, el agua cubre, falla y sabe pedir perdón.

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Sueño una Iglesia que camine sobre el mar de la mano de Jesús y su esperanza, que siga el camino que pasa sobre las olas del odio, sobre las desigualdades, la injusticia y la división; que camina sobre las aguas bajo las tormentas del miedo, que camina sobre las aguas porque la Iglesia solo puede amar.

Una Iglesia del impoder

Sueño una Iglesia que sea agua viva y una todos nuestros ríos en el océano de Dios, cada uno con su color y su sabor.

Sueño la sinodalidad de la fraternidad, la Iglesia que impulse la gran revinculación, viva los modos de la participación espiritual profunda, la deliberación comunitaria, caminar más juntos.

Sueño una Iglesia del impoder: la que solo sabe hacer las cosas con esperanza, alegría, belleza y paz. Sueño una Iglesia que solo quiera amar.