¿Es verdad que hay un “descenso del catolicismo” en nuestras sociedades?


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Un importante estudio sociológico, realizado en Argentina, ofreció un informe detallado y exhaustivo denominado “Segunda Encuesta Nacional sobre Creencias y Actitudes Religiosas”. Si bien el trabajo se refiere específicamente al caso argentino, la realidad que refleja es posible trasladarla a otras sociedades de fuertes raíces católicas, como España o casi la totalidad de los países latinoamericanos.

De todos los datos que ese estudio ofrece, aquel que tuvo más difusión, y ocupó la portada de algunos medios, fue “el marcado descenso del catolicismo” como religión mayoritaria. Como ocurre con todas las encuestas, la expresión de las cifras y su ilustración en gráficos bien presentados ofrece una cierta ilusión de objetividad y de verdad indiscutible. Sin embargo, es necesario poner en contexto esos datos.

La información ofrecida destaca ese “descenso del catolicismo” con cifras contundentes. En el caso argentino, se toman como punto de partida los datos de 1947 cuando los “católicos en Argentina” eran el 93.6 % de la población. Luego se señala que, en 1960, esa cifra alcanza el 90.05 %, para descender al 76.5 % en 2008 y llegar, en la actualidad, al 62.9 %.

Los números son impactantes, pero ¿se trata realmente de un “descenso del catolicismo”? Para hacer esa afirmación, habría que tener en cuenta otros elementos que esos números por sí mismos no pueden reflejar.

Influencia en descenso

En 1947 existía en Argentina, como en la mayoría de los países “occidentales y cristianos”, una formidable presión social que condicionaba -casi por completo- a las personas a adherir a la fe propuesta por la Iglesia Católica. Salvo algunos grupos de inmigrantes que conservaban la fe de sus sociedades de origen, las demás personas no tenían, por entonces, ninguna otra alternativa. De hecho, era inimaginable en cualquier familia no bautizar a un niño o niña. Tampoco era fácil no “hacer la primera comunión” ni se consideraba “verdadero matrimonio” aquel que no se celebrara en una iglesia católica. Casarse “solo por civil” fue, hasta hace poco, una excepción a la regla. Y, hay que decirlo, una regla no impuesta solo por la Iglesia sino por la cultura imperante.

Para ser precisos, hay que decir que, las cifras señaladas en el referido informe, indican más bien el descenso de la influencia de una serie de concepciones sociales fuertemente arraigadas que un “descenso del catolicismo”. En la actualidad, ese 62.9 % de personas que se presentan a sí misma como “católicas” en la Argentina, lo hacen en el contexto de una sociedad en la que no solo ha desaparecido aquella influencia social determinante sino en el contexto de una situación que se puede calificar de diametralmente opuesta: hoy, esas personas se dicen católicas en una sociedad en la que esa expresión ha perdido toda su anterior “importancia social”. Es suficiente una rápida observación de los medios de comunicación, o de la inmensa mayoría de las producciones culturales contemporáneas (cine, teatro, literatura, televisión, etc.) para observar una omnipresente y severa crítica a la Iglesia Católica y a todo lo que ella representa.

Teniendo en cuenta esta realidad, ese 62.9 % es una verdadera sorpresa desde el punto de vista sociológico. Es notable que en nuestros días y con el enorme “viento en contra” que debe enfrentar la Iglesia, más del 60% de la población de Argentina se siga considerando “católica”.

Opción – Decisión

La situación resulta todavía más interesante si se considera que incluso entre los católicos, según el mismo estudio, ha descendido fuertemente la valoración de la Iglesia y especialmente de su jerarquía. Eso indicaría que ese porcentaje que aún se considera católico no puede considerarse un “éxito de la Iglesia”. Habría que buscar otras explicaciones. Una de ellas podría ser que hoy en día “ser católico” ya no es una “opción social” sino una decisión personal que, sorprendentemente, se asume aún desde la crítica a las mismas instituciones que representan al catolicismo.

En ese caso, en nuestras sociedades no estaríamos ante un “descenso del catolicismo” sino ante el surgimiento de una nueva forma de “ser católico” que trasciende las definiciones a las que estamos acostumbrados. Comprender las características de ese fenómeno es un desafío urgente para quienes, desde la Iglesia Católica, queremos hacer presente el mensaje y la vida de Jesús de Nazaret.