Jesús Manuel Ramos
Coordinador de la Dimensión Familia de la Conferencia Episcopal Mexicana

Entre cantos y danzas


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Por todo lo que envuelve el cierre de un año, el adviento, las festividades y la convivencia, diciembre es uno de los meses más hermosos del año. En medio de esta temporada de colores intensos, de luces y villancicos, reflexiono un poco sobre la importancia de las expresiones artísticas en nuestra vida.



A veces percibo el mensaje de que una correcta vida cristiana debe ser estoica, casi ascética, es decir, austera y alejada del mundo. En este orden de ideas, parecería entonces que la diversión y el disfrutar de cosas como la música, el teatro o la danza, no es apropiado para el crecimiento espiritual. ¿Desde qué aspecto puedo apreciar el arte y la belleza? ¿La vida cultural es irrelevante desde la perspectiva de la fe?

Entonces evoco la imagen de Jesús trabajando con esmero la madera, y luego participando en las bodas de Caná, compartiendo entre música, danzas y un banquete, la alegría de un matrimonio. También recuerdo al rey David, danzando con cantos de alabanza. Y qué decir de la poesía que fluye por varios libros de la Biblia y del arte que sugieren las instrucciones para elaborar el arca de la alianza. 

Discernir lo que es bueno

Concluyo que los seres humanos tenemos el don y la capacidad de crear cosas maravillosas y disfrutar de ellas, y esto no es contrario a nuestra fe ni a nuestras más altas metas, al contrario, en el ámbito multifacético de las personas, unas cosas alientan a las otras. El secreto estriba en discernir lo que es bueno, lo que no atenta contra la dignidad de los demás, lo que tiene la capacidad de unirnos y hacernos reflexionar. Encontraremos espacios y expresiones del arte que nos permiten contemplar con varios de nuestros sentidos la belleza de lo creado.

Pienso que creceríamos mucho como personas y sociedad, si logramos integrar en nuestra vida espacios para disfrutar de la literatura, la poesía, la música, la danza y otras expresiones artísticas y culturales. Sin duda, la creación nos habla de su creador, las obras de arte nos acercan entonces a sus creadores y a la sociedad en que vivieron, a las realidades que afrontaron y a la visión del mundo que tuvieron. Esto nos sensibiliza y permite entender mejor nuestra realidad.

El papa Francisco señala en ‘Fratelli Tutti’ que “Un país crece cuando sus diversas riquezas culturales dialogan de manera constructiva: la cultura popular, la universitaria, la juvenil, la artística, la tecnológica, la cultura económica, la cultura de la familia y de los medios de comunicación”. (FT 199).

Sin perder de vista que los ambientes artísticos suelen presentar fuertes desafíos para la persona cristiana que desea vivir plenamente su fe, te invito a experimentar las artes no solo como espectador, sino también como ejecutante. Hemos sido creados a imagen de Dios y con capacidades de expresar nuestra creatividad. Seguramente puedes desarrollar algún talento musical, conocer y disfrutar más de las pinturas o aventurarte a escribir alguna poesía. Tu vida crecerá y tu crecimiento espiritual no se verá debilitado, sino enriquecido.