En el nombre del mal menor


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Leí en el periódico hace unos días que los demócratas estadounidenses habían transigido en su, hasta entonces inamovible, posición de no dar un solo dólar para construir el muro de la vergüenza entre Estados Unidos y México para así desbloquear los presupuestos que llevaban impidiendo el cobro a los funcionarios. Como ‘mal menor’, el pacto migratorio alcanzado permitiría que Trump solo obtuviera dinero para construir 88 kilómetros de los 345 que tenía planeado. Pocos días después saltaba la noticia de que el presidente había firmado un decreto de emergencia nacional para construir el resto del muro. Afortunadamente la Cámara de Representantes tumbó ese decreto.

El Gobierno Español aludió recientemente al ‘mal menor’ para no paralizar la venta de armas a Arabia Saudí. Tampoco protestó cuando se produjo el asesinato del periodista Jamal Kashogui. Estaban demasiadas cosas en juego como para importunar a un socio comercial tan rico e importante. Se alegó que había puestos de trabajo en juego llegándose incluso a afirmar sin tapujos que las armas exportadas no se usarían para matar a población civil en Yemen.

El ‘mal menor’ es una trampa que define un escenario de opciones mutuamente excluyentes. Este escenario no se dibuja de una manera inocente, sino interesada y, en general, permite salvar la cara (y la posición social) cuando se comete un acto injusto. A menudo suscita además la sumisión (y justificación) de los salvados, que asumen el mensaje desculpabilizador y se congratulan de su buena suerte. Lo torticero de la cuestión está en el hecho de que se planteen solo dos opciones cuando siempre hay más. Asumir más opciones supondría tanto como renunciar a privilegios y eso es algo que no se está dispuesto a hacer cuando se tiene poder. Es demasiado arriesgado.

El ‘Bien Mayor’

De este modo, en nombre del ‘mal menor’ se decide a qué pobres hay que ayudar (normalmente los reformables-funcionales para el mercado) y a qué otros hay que penalizar. También, y en nombre del ‘mal menor’ (en este caso electoral) se decide qué prestaciones se eliminan del modelo de bienestar social y qué otras se mantienen cuando se recorta gasto público, o lo que es lo mismo, se elige a qué sujetos se deja más o menos desprotegidos. ¿O es acaso casualidad que a los pensionistas no les hubiera afectado tanto la crisis como a los jóvenes? En nombre del mal menor (ganar o perder prestigio) un centro educativo o un docente puede decidir si deben centrarse en los alumnos que consiguen mejores resultados o en todos. Son múltiples los ejemplos de la utilización del argumento del ‘mal menor’ en las elecciones del día a día.

El mismo Jesús de Narazet sufrió los efectos del ‘mal menor’ cuando Pilato, temeroso de que le organizara una revuelta el pueblo jaleado por los sumos sacerdotes decidió salvar a Barrabás por miedo a perder su cargo. Y es que Jesús mostró con sus hechos que nunca transigiría con el ‘mal menor’ porque su mensaje llevaba implícito el ‘Bien Mayor’ de no dejar a nadie en la cuneta. Su opción preferencial por los pobres suponía un ‘órdago a la grande’ al ‘mal menor’ que incomodaba demasiado.