Ianire Angulo Ordorika
Profesora de la Facultad de Teología de la Universidad Loyola

Elijamos nuestro lugar en el mundo


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La mayoría de las veces es suficiente estar atentos a lo que pasa a nuestro alrededor para descubrir mensajes importantes. Hace un tiempo una amiga me envió la foto del escaparate de un banco en Murcia que le había llamado la atención. Supongo que la intención era anunciar una hipoteca o algún tipo de ayuda para adquirir una casa, pero el anuncio decía así: “Elige tu lugar en el mundo”.



La imagen me trajo a la memoria el comentario de una compañera mía. Ella expresó una vez que nunca existe un lugar ya hecho en el que cada uno de nosotros “encajemos” perfectamente y que nos esté esperando. Se trata, más bien, de seguir creándonos un espacio propio, una ‘habitación propia’ como decía Virginia Wolf.

Todos pretendemos encontrar un espacio personal en el que podamos desarrollarnos y ser quienes de verdad somos. Pero esta necesidad, a la que recurrió la publicidad de ese banco, no se logra sin esforzarnos por construirlo. Se trata de una tarea arriesgada y a veces compleja, que requiere empeño y decisión. A veces es más cómodo y sencillo amoldarnos a las expectativas ajenas y forzarnos por encajar en los espacios que otros nos reservan. Pero así correríamos el riesgo de acabar descubriendo con tristeza que no vivimos nuestra existencia, sino aquella que otros han imaginado para nosotros.

Elijamos nuestro lugar en el mundo, ese que no es fundamentalmente espacial y donde podemos ser nosotros mismos sin disfraces, sin armaduras y sin adornos.