Fernando Vidal
Director de la Cátedra Amoris Laetitia

El mundo en que es posible el Vaticano II


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El mundo no estaba preparado para lo que el Vaticano II mostraba que podíamos ser, no se le dejó ser del todo. No fue un asunto interno de la Iglesia, sino que el Concilio fue la gran respuesta a la peor deshumanización de la historia: gulag, Auschwitz, Hiroshima. El planeta pedía regenerarlo todo desde principios de amor, libertad y fraternidad universal. Convergía con nacientes movimientos sociales en defensa de los pobres, la sostenibilidad ecológica, los Derechos Humanos, la vida o la paz.



Sin embargo, esos movimientos y el Vaticano II se vieron placados por viejas lógicas que continuaban atenazando a la humanidad. La Guerra Fría penetró con ideología y violencia, y polarizó todo entre izquierda y derecha. Se minusvaloraron dimensiones cruciales para el ser humano como la tradición, las instituciones o el misterio, y se trazó otra división, en este caso entre generaciones.

Pese a las críticas a las instituciones, las corporaciones estatales, económicas o mediáticas no cesaron de crecer y dominar el mundo. El ultraliberalismo lo completó lanzando la gran desvinculación por todo el planeta, haciendo personas, familias y comunidades cada vez más débiles. Cuando se debilitan los vínculos y se politiza lo comunitario, los pastores ven entrar en crisis su vocación.

La magia del poder

Las democracias no fueron capaces de crear espacios suficientemente plurales e inteligentes como para integrar la creciente diversidad, libertad y personalización. En vez de suscitar laicidades incluyentes en las que todos podamos dialogar desde nuestras cosmovisiones, hubo en culturas y religiones una reacción canceladora y restauracionista, con fuertes componentes autoritarios, homogeneizadores y confiados en la magia del poder.

El Vaticano II no es pasado, nos espera cargado de futuro. Creemos en el mundo y en la Iglesia las condiciones en las que las profecías y anhelos del Concilio sean posibles.

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