Fernando Vidal, sociólogo, bloguero A su imagen
Director de la Cátedra Amoris Laetitia

El itinerario religioso de Nick Cave: subirse al tren del reino


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En los cinco posts anteriores, hemos visto el origen de Nick Cave y seguido el papel de la religión en su evolución hasta 2001.

Subirse al tren del Reino

Tras ese disco de 2001, en 2003 publican ‘Nocturama’, en el que salvo alusiones a Dios que habita los sueños, se enfoca básicamente en el diálogo con su amante y en lo que él llega a llamar santificar su amor. Al año siguiente, 2004, vuelven a las listas con un nuevo trabajo, el álbum decimotercero, pero doble bajo el también doble título Abattoir Blues/The Lyre of Orpheus, que incluye 17 canciones.

Abren con ‘Get ready for love’, que es una exhortación espiritual:¡Prepárate para el amor! ¡Alábale!/ ¡Prepárate para el amor! ¡Alábale!/ ¡Prepárate para el amor! ¡Prepárate para el amor!”, reza el primer coro. El primer párrafo expone: “Dios cabalga por las alturas en el cielo normal hasta que nos percibe al a mayoría distraídos y el milagro prometido se desliza silenciosamente// llamando a cada niño y niña,/ llamando a todos alrededor del mundo…”.



El segundo párrafo presenta a “los poderosos mueven sus pañuelos desde/ sus palacios de altas ventanales,/ mandando dolor y alegría en dosis soportables/ y buscamos en lo alto y lo bajo sin misericordia ni malicia/ mientras las puertas del Reino se van a cerrar”. A continuación, el coro alienta: “Alábale hasta que hayas olvidado/ por qué estás alabándole/ y entonces alábale un poco más… ¡Prepárate para el amor! ¡Alábale! ¡Prepárate pare el amor! ¡Prepárate!”.

La canción puede asociarse fácilmente a la parábola de las diez vírgenes, en el Evangelio de Mateo (25, 1-13) a las que se les pide que permanezcan atentas y preparadas porque el novio va a llegar, pero no saben cuándo va a ser. Dios cumple su promesa del milagro, pero la mayoría está distraída pese a que llama a toda la humanidad alrededor del mundo. El amor va a llegar a la vida y por eso Cave llama a estar preparados, en continua alabanza a Dios.

La llegada del Mesías

El cuarto corte se llama ‘Messiah Ward’. El poema dice, “Espero que te sientes cómodo,/ te he reservado el mejor asiento de la casa,/ justo en primera fila./ las estrellas han sido abajadas/ la luna está bajo llave/ y la tierra está amontonada bajo la nieve congelada./ Tú eres una fuerza de la naturaleza, amado/ tu aliento sale de tus labios/ y los árboles doblan sus ramas/ para tocarte con la punta de sus dedos”.

La familia ha recibido al Mesías, a quien reconocen Señor del cosmos, y le necesitan porque las estrellas y la luna están ocultas y no pueden guiarse en medio de la noche. “Me alegro de que hayas venido”, le dicen. “Puedes acercarte un poco más/ te tenderé una manta/ podemos pesar las lágrimas en una mano y las risas en la otra”. El Mesías les ayuda a discernir penas y alegrías.

La inquietud principal es que están sacando a los muertos: quizás una guerra, quizás una epidemia o una catástrofe natural. Necesitan al Mesías para explicarse esa desgracia. Creen que podrían encontrar explicaciones, pero todavía falta mucho para que se organice el cosmos y necesitan la palabra cercana y familiar del Mesías.

Ese don del discernimiento aparece en diversas ocasiones. Por ejemplo, en la canción que da título a la primera parte del doble álbum, ‘Abattoir Blues’, la séptima, el cantor habla a su amada, a la que señala “la línea que Dios nos ha tendido a ti y a mí/ crea una amable geometría”.

En la quinta composición, ‘There She Goes’, ‘My Beautiful World’, apela a que “San Juan de la Cruz escribió o mejor encarcelado en un cajón” y recuerda a otras figuras que hicieron su obra en circunstancias lamentables o acabaron de manera penosa.

Cave no pide nada, “me arrodillaré a tus pies/ me recostaré a tu puerta/ te meceré para dormir/ dormiré en el suelo/ y no te pediré nada/ nada para esta vida/ no te pediré nada/ dame vida eterna”. El cantor es consciente de la vanidad del mundo y aspira solamente a lo que merece ser eterno.

De nuevo la octava pieza tiene carácter religioso. Es ‘Let the Bells Ring’. “Vamos, Señor amado, paseemos/ y respiremos el aire otoñal/ Mira los muchos que han vivido y fallecido/ mira la escalera de oro que no tiene fin”. Se refiere a la escalera que sube al Cielo, la escalera de oro que vio Jacob.

“Mira a todos los que han venido detrás, agarrándose a tu dobladillo… hasta tu último y dulce amén”. El estribillo trae las campanas de la iglesia, lugar de importancia tan crucial para Cave: “Deja que suenen las campanas/ Él es algo real/Deja que suenen las campanas/ Él es el real, algo real”. El Señor no solamente es real, sino que es lo real, el real, la última realidad, según la canción.

En la segunda estrofa hay elementos relacionados con la divinidad y elementos cristológicos. “Abate este trueno ensordecedor/ toma este pan y este vino”, se refiere a la eucaristía. “Tu muerte no es lo que lloramos/ sino el mundo que dejas detrás”.

En la tercera continúa con elementos evangélicos: “Hay entre nosotros quienes no somos dignos de atarte/ los lazos de tus zapatos”. Se refiere a lo que Juan Bautista dijo a Jesús: “no soy digno de desatar la correa de su sandalia” (Evangelio de San Juan 1, 27).

La canción propone a Jesús caminar juntos viendo el mundo que tanto preocupa al cantor, donde “apenas somos dignos de tocar las campanas” y le pide que permita que suenen las campanas, que anuncien su paso. Las canciones abren profundos coloquios en los que el cantor habla a Cristo. No son disquisiciones sino diálogos genuinos con aquel que es real, con “el real” y eterno.

Un mundo salvado por el amor

En la segunda parte del doble álbum, ‘The Lyre of Orpheus’, el tono sigue manteniendo su preocupación por un mundo en el que el bien está en riesgo y solamente el amor puede salvarlo. La temática y voz tiene una tensión moral y se deja menos lugar al lirismo. Tiene el sabor de la sabiduría. ‘Spell’ tiene algo de ambivalencia al cantar a la amada, podría dirigirse a la divinidad.

‘Carry me’, en cambio, parece principalmente dedicada a Dios, pero también puede estar dirigida a la amada. “He escuchado las numerosas voces/ que me hablan desde los gritos de las profundidades/ esta vieja herida/ esta catacumba/ bajo la blanca nieve”. En otro párrafo posterior: “¿Quiénes dejarán a un lado sus martillos? ¿Quiénes sostendrán sus espadas?/ Y pararán para mirar/ el misterio de la Palabra”.

La última canción del doble álbum, ‘O Children’, parte de una petición de perdón a la infancia por lo que les estamos haciendo en este mundo corrupto y destructor. Acaba la canción anunciando que todos estamos “tratando de saltar al tren que va al Reino [de Dios], y ese tren todavía no ha salido de la estación”. Hay una oportunidad de redención y “eso es lo que va más allá de mi esperanza más libre [salvaje]”.