Fernando Vidal, sociólogo, bloguero A su imagen
Director de la Cátedra Amoris Laetitia

El itinerario religioso de Nick Cave: la llamada de Caronte


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En los tres posts anteriores, hemos visto el origen de Nick Cave y seguido el papel de la religión en su evolución hasta 1996.

La llamada del Barquero de nuevo a Ningún Lugar

‘The Boatman’s Call’, al año siguiente, 1997, es un álbum en el que se acentuó la transformación estética del grupo. El blues minimalista y la influencia del intimismo lírico de Leonard Cohen borraron totalmente los patrones del postpunk, salvo en la poética de las letras de Cave.



La llamada del barquero inicia el disco con una canción religiosa, una plegaria titulada ‘Into my Arms’ [Oh, Lord]. El primer verso es “No creo en un Dios intervencionista” y continúa “pero sé, querido, que tú lo haces”. “Pero si lo creyera [que tú intervienes] me pondría de rodillas y te pediría/ que no intervengas cuando se tarta de ti/ que no te toque ni un pelo de tu cabeza/ para dejarte ser como tú eres/ y si Dios siente que tiene que dirigirte/ que te dirija a mis brazos”.

“En mis brazos, Señor”, repite varias veces el estribillo. “No creo en la existencia de los ángeles/ pero mirándote me pregunto si es verdad./ Pero si creyera, los convocaría/ y les pediría que te cuidaran/ que cada uno encendiera una vela para ti/ para iluminar y aclarar tu camino/ para caminar, como Cristo, en gracia y amor/ y que te guiara a mis brazos…”.

La tercera estrofa reza: “Y yo creo en el amor/ y sé que tú lo haces también/ y creo en algún tipo de camino/ que podemos recorrer tú y yo,/ así que mantén tu vela encendida/ para hacer el viaje brillante y puro,/ porque esa luz seguirá viniendo/ siempre y para siempre”. “A cada lugar que voy/ hay una mano que me protege/ y yo la amo también”, confiesa en el siguiente corte, ‘Lime Tree Arbour’.

Esas manos que inicialmente remiten a las manos divinas, en la canción son -o también son- las de una mujer cuyas manos siente sobre sí, sobre cuyas manos pone las suyas. Como en la canción anterior, el amor a Dios y el amor a ella forman parte de una misma experiencia, no es una devoción individualista.

La cuarta pieza es una experiencia religiosa en una eucaristía, ‘Brompton Oratory’. Nos hemos referido a ella previamente, en aquellos días en que Cave sufría sus terribles crisis de heroína y buscaba una iglesia donde encontrar algo de esperanza y paz. En esta obra describe la experiencia del cantor en un templo una mañana del domingo de Pentecostés en la parroquia católica del barrio de Knightsbridge, en Londres, llamada Brompton Oratory, cuidada por la Congregación religiosa de San Felipe Neri.

Cave describe con detalle algunos elementos clave de su experiencia de la misa: “Subo los escalones de piedra,/ Dios te salve en este día de regreso/ bajo la sombra de su gran bóveda/ Salve a esta mañana de Pentecostés./ La lectura des de Lucas 24,/ cuando cristo vuelve a aparecer a sus seres amados./ Miro a los apóstoles de piedra/ y pienso que es perfecto para alguna gente”.

La segunda estrofa dice así: “Y desearía estar hecho de piedra/ para no tener que contemplar/ una belleza imposible de definir/ una belleza imposible de creer/ una belleza imposible de soportar/ la sangre repartida en pequeños sorbos/ tu olor todavía en mis manos/ mientras llevo la copa a mis labios”. El cantor comulga y lucha con una belleza que se presenta a él, pero que le resulta imposible de soportar, creer o definir.

La tercera y última estrofa grita que “No hay Dios sobre el cielo/ ni diablo bajo el mar/ que pudiera hacer el trabajo que hiciste/ trayéndome aquí a arrodillarme. Me siento fuera de la iglesia en los escalones de piedra/ sin nada que hacer/ desamparado y exhausto, querido/ por tu ausencia”.

La nostalgia de Dios es proporcional a la crisis de vacío y destrucción que siente dentro de sí, tomado por la heroína y una vida que le ha perdido. Haberle llevado a aquella iglesia, haberle hecho comulgar y arrodillarse es algo que es imposible para el diablo e incluso para Dios.

Solamente pudo conseguirlo ese Dios que ama, un Dios diferente a cualquier dios. El final nos lleva a la situación previa a su experiencia de Cielo sobre Berlín: solo, desamparado, agotado por la ausencia de Dios que siente en su interior. Años después ha podido contarlo.

A continuación, compone un himno religioso a partir de una cita apostólica, ‘There Is a Kingdom’. “Justo como un pájaro que canta al Sol/ en un oscuro amanecer,/ así es mi fe en ti,/ así es mi fe/ y toda la oscuridad del mundo no puede apagar/ una simple chispa,/ así es mi amor por ti/ así es mi amor”, sostiene el primer párrafo.

El estribillo tiene las características del imaginario neotestamentario: “Hay un reino/ hay un rey/ y él vive fuera de él/ y vive dentro de él”. Toda esta composición está directamente inspirada en el Evangelio apócrifo de Tomás, cuando en su verso tercero, expone: “Jesús dijo: si aquellos que os guían os dijeran ‘Mirad, el reino está en el cielo’, entonces las aves os precederían. Y si os dijeran ‘el Reino está en el mar’, los peces os tomarían la delantera. Pero el Reino está dentro y fuera de vosotros a la vez. Cuando lleguéis a conoceros a vosotros mismos entonces seréis conocidos y caeréis en la cuenta de que sois hijos del Padre Viviente”.

‘(Are You) The One That I’ve Been Waiting For?’ sucede a ‘Hay un Reino’ en el disco. De nuevo el amor a la mujer y el amor a la divinidad se entremezclan, al igual que encontramos en el Cantar de los cantares. Su segunda estrofa canta: “Conforme has estado acercándote sin duda hacia mí/ mi alma se ha confortado y me asegura/ que con el tiempo mi corazón me ha de recompensar/ y que todo será revelado./ Así que me he sentado y he contemplado el deshielo de la era glaciar./ ¿Eres tú aquella a la que había estado esperando?”

El lenguaje religioso y amoroso se entremezclan y componen un único continuo ambivalente, que va dando pistas que apuntan a la amante y otras a la divinidad, en la tradición del alma que ama a su Amado, Dios. En la cuarta estrofa rompe ese equilibrio de nuevo: “Hubo un hombre [cristo] que hablaba maravillas aunque nunca le llegué a conocer./ Él dijo ‘aquel que busca, encontrará y a aquel que llama a la puerta, se le abrirá’./ Pienso en ti en movimiento y lo cerca que estás llegando/ y cómo cada pequeña cosa te anticipa./ Todas mis venas y las fibras de mi corazón te llaman./ ¿Eres tú aquella a la que he estado esperando?”. Esas palabras de Cristo son una cita literal del Evangelio de San mateo (capítulo 7, versículo 8).

En ‘Where Do We Go Now But Nowhere?’ -la canción siguiente-, nos lleva a una relación amorosa que no lleva a los amantes a quedar estancados. ¿A dónde iremos ahora sino a ninguna parte?, que alude a la pregunta de Simón Pedro a Jesús: “¿A dónde iremos sin Ti, solo Tú tienes palabras de vida eterna?” (Evangelio de San Juan 6, 68).

En esta composición, Cave se retrotrae a un momento de su vida en que solamente podía ir a un lugar vacío, un lugar sin existencia un “ningún lugar”, a una vida en la que no tenía lugar, a una vida que no tenía lugar. La segunda estrofa de la misma canción sitúa al cantor en una clínica de rehabilitación “sin nada que decir/ con el aliento de té y galletas junto con la Oración de la Serenidad/ mientras los huesos de nuestra infancia se rompen como tizas”.

Los huesos rotos forman el paisaje de Ezequiel –el valle de los huesos rotos, antes de que el Espíritu los hiciera resucitar-, en medio del cual el cantor reza la Oración de la Serenidad, que es una plegaria escrita por el teólogo germano-americano Reinhold Niebuhr (1892-1971), que fue asumida como plegaria oficial por Alcohólicos Anónimos.

Reza así: “Señor, concédeme serenidad para aceptar todo aquello que no puedo cambiar,/ fortaleza para cambiar lo que soy capaz de cambiar/ y sabiduría para entender la diferencia./ Viviendo día a día;/ disfrutando de cada momento;/ sobrellevando las privaciones como un camino hacia la paz;/ aceptando este mundo impuro tal cual es/ y no como yo creo que debería ser,/ tal y como hizo Jesús en la tierra:/ así, confiando en que obrarás siempre el bien;/ así, entregándome a Tu voluntad,/ podré ser razonablemente feliz en esta vida/ y alcanzar la felicidad suprema a Tu lado en la próxima./ Amén.”

Junto con el ‘Oratorio de Brompton’, esta canción parece ser un regreso explícito a aquellas malas experiencias que había atravesado antes de trasladarse a Berlín en 1987. No solamente será un recuerdo de aquellos años, sino que en 1997, tras diez años de serenidad, Cave recae en el consumo de heroína y alcohol, que le hace sufrir una grave y larga crisis.

No habla del pasado, sino que retornan. Así, el título del disco cobra otro significado. El barquero puede ser Caronte, el barquero de la laguna Estigia, laguna de muerte en “ningún lugar”, que llama de nuevo a Cave. Tardará cuatro años en grabar un nuevo trabajo.

Entre tanto, la vida amorosa de cave pegó un giro. Inició una relación de largo recorrido con la célebre modelo británica Susie Bick, con quien se casó en 1999 y tuvo en 2000 gemelos, Earl y Arthur. Esto abriría otra etapa en la vida de Nick Cave.