José Beltrán, director de Vida Nueva
Director de Vida Nueva

El cardenal del Betis que se apunta ahora al rojo sevillista


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MIÉRCOLES 28. Viralidad internauta por un pastor luterano que práctica crossfit, la disciplina deportiva de moda. Buceo y descubro que en Estados Unidos los sacerdotes católicos también se han apuntado. Ven un filón evangelizador en este entrenamiento que tiene mucho de superación personal. Y de trabajo en equipo. “Se establecen relaciones de compañerismo y, cuando no vas a entrenar, se te echa de menos y te reclaman. ¿Con qué frecuencia deja la gente de venir a misa sin que nos demos cuenta?”. Lapidario.

JUEVES 29. Antes de que se fuera Fratini, ya dieron el nombramiento por hecho. No veían más allá de Bruno Musarò. Hoy hacen como si no fuera con ellos. El embajador vaticano en Egipto no hará escala en Madrid, sino en Costa Rica. A rehacer las quinielas. Sin que se note.

DOMINGO 1. El ángelus se retrasa. El Papa atrapado en el ascensor y rescatado por los bomberos. El hecho da la vuelta a los informativos del planeta sin alusión a los nuevos cardenales. Inevitable reflexión. Quienes denostan a los medios dirán que solo vende la anécdota. ¿O era más que una anécdota? Es un hecho cotidiano que conecta con la realidad de todo aquel al que le ha temblado hasta la pestaña cuando se ha frenado bruscamente el elevador, se han apagado las luces o ha presentido un movimiento raro. Lamentablemente, hoy por hoy, cuesta vincular a un cardenal con la vida diaria de quien toma el ascensor de mi comunidad de vecinos. Más allá del eco mediático, hay quien puede ver el suceso como una metáfora de un pontificado, como si alguien o algo quisiera frenar un ángelus en el que se anunciaba un nuevo consistorio. Retrasó el hecho, pero no frenó la noticia. Y puestos a divagar, luego está Maruja Torres, que no le falta retranca: “Siempre sostuve que es más práctico avisar a los bomberos que llamar al Espíritu Santo”. Lo uno no quita lo otro. Apostillo.

MARTES 3. Noche larga. En vela. Acribillado por un mosquito. Un único zancudo que me deja más ronchas en brazos y piernas que una ficha de un niño de párvulos. Una cabezada, una picadura. No duele. Solo pica. Molesta lo justo para desestabilizar. En eso también somos expertos los que no tenemos aguijón.

MIÉRCOLES 4. Los cardenales visten de rojo. Los sevillistas, también. ¡Ay del purpurado que resulta ser bético hasta la médula! Bendita cruz. Bendito sentido del humor.