Redactor de Vida Nueva Digital y de la revista Vida Nueva

El camino sinodal alemán, ¿algo más que una moda pasajera?


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El consejo

Ya se está calentando el debate de cara a la nueva fase del llamado ‘Camino Sinodal’ organizado por la Iglesia católica en Alemania. La pandemia ha ralentizado el ritmo y obligado a adaptar la metodología de esta asamblea que está convocada desde antes del sínodo de la sinodalidad del papa Francisco y que, aclarada su legitimidad, espera aprobar definitivamente sus primeros documentos en la próxima sesión plenaria que se celebrará en la ciudad de Fráncfort del 8 al 10 de septiembre. Se espera que el proceso y las conclusiones finales estén aprobadas en 2023.



Uno de los cuatro temas elegidos está relacionado con el ejercicio de la autoridad para desarrollar más una actitud sinodal que prevenga posibles abusos de poder, principalmente por parte de la jerarquía eclesiástica. Para ellos se he ido elaborando un documento que ha ido recibiendo hasta ahora sugerencias y también el visto bueno de quienes tienen derecho a voto en la asamblea, como es el caso de todos los obispos alemanes y representantes de asociaciones laicales.

Una de estas propuesta es que la experiencia que la Iglesia lleva viviendo estos años a través de este “camino” no se quede en una experiencia puntual o una moda pasajera y por ello, este documento lanza la idea de la creación de un “consejo sinodal” como estructura permanente. Un consejo que tenga un carácter consultivo pero que también, en algunas cuestiones, su decisión sea vinculante. Dicho organismo estaría formado por obispos y laicos, al modo las actuares asambleas de la vía sinodal abierta tras la publicación del informe sobre los abusos en los ámbitos eclesiales del país.

Camino Sinodal aleman

La crítica

Lógicamente, las voces críticas –de lados insospechados incluso– ya han resonado y es que entre algunos obispos existe el recelo a que esta estructura no responda a la idea “que Cristo quiso para su Iglesia”, como ha señalado el propio cardenal Walter Kasper al periódico Die Tagespost. Un debate que recuerda al intercambio de cartas entre el Vaticano y la propia Conferencia Episcopal en los primeros compases de la reunión.

El documento que lleva por título “Fortalecimiento sostenible de la sinodalidad: Un Consejo Sinodal para la Iglesia Católica en Alemania”, llegará al otoño con poco cuestionamiento. De hecho, la propuesta tuvo por 138 votos a favor, 32 en contra y 9 abstenciones (con un total de 212 delegados presentes), frente a otras cuestiones de las trabajadas en esta comisión que sí que suscitaron mayor debate en el aula sinodal en su primera lectura.

“Con la excepción de los miembros de la Conferencia Episcopal Alemana, los miembros del consejo sinodal deben ser elegidos en elecciones libres, iguales y secretas para un mandato de cinco años. Los miembros del consejo sinodal tienen el mismo derecho de voto” –aunque es necesaria la mayoría de dos tercios–, es la propuesta de organismo que tendría dos reuniones al año. Además, se contempla que sigan el ordenamiento canónico al respecto, que el consejo “mantenga un estrecho diálogo con las diócesis” y que haya representatividad entre hombres y mujeres, así como jóvenes y veteranos. Al consejo le tocan las “decisiones fundamentales sobre cuestiones presupuestarias que no se deciden a nivel de las diócesis, así como sobre la planificación pastoral y las perspectivas de futuro de importancia supra-diocesana”.

A este consejo se añadiría una especie de comisión permanente, la llamada “comisión sinodal”. En el comité habría 27 obispos diocesanos, 27 miembros elegidos por el Comité Central de los Católicos Alemanes (ZdK) –organizadores del “Camino Sinodal”– y 10 miembros elegidos tanto por los obispos como por el ZdK. Para la presidenta de esta entidad, Irme Stetter-Karp, la experiencia de la asamblea ha demostrado que “es bueno decidir juntos”, según señalaba en una entrevista a Katholisch.de separándose de toda polarización o desconfianza ante una progresiva protestantización de la Iglesia católica en Alemania. Los críticos confían en trasladar el debate a los medios críticos contra el procedimiento alemán usando a Kasper o simplemente lanzando la pregunta de: “Y esto, ¿quién lo paga?” Si con esto esperan tumbar un debate que necesariamente marcará el sínodo de 2023, mal vamos.