David Jasso
Secretario Técnico del Proyecto Global de Pastoral en la Conferencia del Episcopado Mexicano

¿El aislamiento en la pandemia podría generar un sentimiento de soledad?


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¡Qué bueno y agradable es que los hermanos vivan juntos!… Allí el Señor da su bendición, la vida para siempre (Salmo 133)



Los protocolos de bioseguridad, la sana distancia, las medidas sanitarias, la cuarentena, el toque de queda y muchas otras formas de “manejar” la ola de contagios que tenemos, actualmente están en uno de sus puntos más altos nuevamente casi en todas partes.

No es momento para estadísticas, pero es evidente que el virus ha tocado lamentablemente el círculo más íntimo de muchos y, desafortunadamente, seguirá haciéndolo al mismo tiempo que comienzan las campañas de vacunación en muchos países con criterios muy similares pero con desiguales oportunidades y recursos.

La semana pasada el Blog del diario El Clarín, publicó una nota sobre “El increíble manual de la distancia social para vencer la peste” [1],que refiere a esa pandemia de hace más de 400 años. El artículo, fechado el pasado 14 de enero, habla de un manual escrito por Quinto Tiberio Angelerio, un médico que recomendaba ante esa emergencia: mantener una distancia de dos metros, evitar los apretones de manos y que una sola persona por hogar hiciera las compras, incluso menciona que: “la gente debía llevar consigo un bastón de alrededor de 2 metros de largo para así asegurarse de mantener esta distancia con los demás” [2], hecho que no vemos hoy por la calle (al menos por las que he circulado) pero que si vemos reflejado en “memes” y en algunas imágenes que retratan con humor estas medidas.

Si bien es cierto, lo que se propone en todos los países ante la pandemia tiene por objeto el cuidado de nuestra salud, las consecuencia de la falta de interacción social y el contacto en persona con seres queridos y amigos puede dar lugar a una sensación de aislamiento, que a su vez podría generar un sentimiento de soledad.

Aunque no será para siempre, el sentimiento de soledad durante el período de distanciamiento o cuarentena estricta, está reduciendo significativamente nuestra calidad de vida y afectando de muchas maneras generando ansiedad y por qué no decirlo otras muchas enfermedades que sin tener que ver directamente con el virus que nos aqueja, también podrían tener consecuencias negativas.

Hoy más que nunca, hemos de cuidar que los protocolos de bioseguridad, la sana distancia y otras medidas sanitarias no pasen, en poco tiempo, de lo meramente físico a lo existencial o espiritual.

Todos en la misma barca

Dejar el saludo, el abrazo, la sonrisa y otros gestos y expresiones podría ensimismarnos, haciéndonos indiferentes ante quien tenemos enfrente. Tenemos el reto de cuidarnos, sin olvidar que hace poco podíamos estrechar nuestras manos, gritar y sonreír juntos. Que no sea como dice la canción y resulte ser verdad que la costumbre es más fuerte que el amor.

Con el papa Francisco recordemos que la lección que está dejando la pandemia es “la consciencia de ser una comunidad mundial que navega en una misma barca, donde el mal de uno perjudica a todos. Recordamos que nadie se salva solo, que únicamente es posible salvarse juntos”. (FT, 32)

No podemos vencer la Pandemia SOLOS, sino JUNTOS.

No podemos vivir esta Cuarentena SOLOS, sino JUNTOS.

No podremos salir de esta crisis SOLOS, sino JUNTOS.

 

* El autor es también Secretario Técnico del Proyecto Global de Pastoral 2031+2033 de la Conferencia del Episcopado Mexicano

 

[1] El increíble manual de la distancia social para vencer la peste… hace 440 años, diario El Clarín

[2] Ibidem.